sábado, 26 de febrero de 2011

Cantoneando que es gerundio



A pesar de tratarse de una zona primordialmente industrial y comercial, la provincia de Guangdong, la más poblada de China y una de las más ricas, esconde algunos lugares que merece la pena descubrir, más allá de su capital, Guangzhou. Durante 3 días estuve visitando diversos puntos interesantes, al tiempo que disfrutaba de una de las gastronomías más sabrosas (y en ocasiones, extravagante) del país.

Mi primera excursión fue a Qingyuan, ciudad desde donde parten los barcos hasta los templos de Feilai y Feixia, siguiendo el curso del rio Beijiang. El día que llegué no había embarcaciones disponibles, mira por donde, así que tome un autobús local que me dejó en la aldea más pérdida que podía imaginar. Aquí me las apañé para encontrar un barquero que, tras el regateo pertinente, me acercó hasta mi destino. A pesar del enrevesado circuito y las complicaciones para llegar, el esfuerzo mereció la pena.







De los dos santuarios, sólo me dio tiempo a visitar el de Feilai. Más que el templo en sí,lo que me encantó fue el área que lo rodeaba y la enigmática atmósfera que allí se respiraba, con apenas un alma a la redonda y sin más ruido que el del viento y algunos animales escondidos entre la maleza. Ascendiendo la montaña, a través del frondoso bosque de pinos, había un interesante sendero que parecía no llevar a ninguna parte. Tras casi una hora de caminata, sin saber bien que o quien me iba a encontrar por esos andurriales, decidí volver a la barca, atracada en una especie de bar flotante. Me pudo la prudencia y también los recuerdos de aquella anécdota que me ocurrió en Rishikesh. A la vuelta a la aldea no dejé un instante de pensar “¿Dónde me habría llevado ese camino?”.







A una media hora en metro desde Guangzhou se encuentra Foshan, una ciudad industrial, conocida por su producción de cerámica y el templo taoista de Zu Miao, donde se halla el museo dedicado a Yip Man, uno de los primeros maestros de artes marciales chino. Entre sus alumnos estaba nada más y nada menos que un joven llamado Lee Junfan, que llegaría a ser conocido mundialmente como Bruce Lee.


Festival de luces en el parque de Zhongshan


Templo de Zu Miao


Busto de Yip Man

A solo 2 kilómetros de Foshan, está la villa de Shiwan, dedicada enteramente a la producción y venta de cerámica. Entre naves y tiendas repletas de todo tipo de objetos y figurillas, es posible encontrar auténticas rarezas, más propias de un museo de arte vanguardista. Pero el principal punto de interés es, sin duda, el horno de Nanfeng, que lleva funcionando desde la época de los Ming, en el siglo XVI.




Homenaje al retrete



Antes de dejar Foshan, pude comprobar algunas de las especialidades de la famosa cocina cantonesa gracias a Tiffany, mi anfitriona de Couchsurfing, que nos llevó a mi y a Drago (otro viajero chileno que tuve el gusto de encontrarme por allí) a uno de los restaurantes más populares y peculiares de la ciudad. Nada más llegar uno se encuentra con una fila de jaulas y vitrinas donde se cobijan animales de lo más variado… serpientes, patos, cocodrilos, y una especie de roedores que no acerté a identificar. Tras seleccionar lo que se quiere jalar, se toma asiento y a esperar el manjar. Lo más exótico que probamos fue el estofado de cocodrilo con brócolis, delicioso.






En la pecera del fondo nos pareció ver un tiburón

Un poco más apartada, a unos 140 kilometros al sudoeste de Guangzhou, está Kaiping, cuyo principal atractivo reside en los diaolou, unas torres construidas allá por el siglo XIX, por los emigrantes chinos que volvían a su país tras hacer fortuna en Europa y América. Aparte de suponer un símbolo de ostentosidad y de estatus económico, tenían una función defensiva en una época donde los asaltos e invasiones estaban a la orden del día. El mejor lugar para apreciar estas construcciones, únicas en toda China, es la aldea de Zili y el jardín de Li, a los que se puede llegar en autobús desde Kaiping.




Vista desde Mingshi Lou, la más alta de las torres


Entrada del jardín de Li

Desde Kaiping tomé otro autobús hasta Zhuhai, ciudad fronteriza con Macao, mi siguiente destino. A partir de aquí no me alejaría de la costa hasta mi regreso a Shaoxing. En tan solo cinco días ya llevaba bastantes buenas vivencias a recordar, la libreta se me estaba llenando muy rápido, pero la mejor parte del viaje aún estaba por llegar.

Continuara…



"Es mejor volverse atrás que perderse en el camino."

miércoles, 23 de febrero de 2011

Guangzhou, la meca del comercio



La cosmopolita Guangzhou, conocida más popularmente en Occidente como Cantón, es la tercera ciudad china en importancia después de Beijing y Shanghai, y es uno de los principales centros comerciales de toda Asia. Con su tráfico y ajetreo constante, y el barullo asociado a las vísperas del Año Nuevo Chino, mis primeras impresiones nada más llegar no fueron lo que se dice muy positivas. Pero me bastaron un par de paseos y otros sendos encuentros con locales, para descubrir que entre toda esa amalgama de hormigón, ruido y polución desenfrenada, existen numerosos motivos para apreciar esta ciudad, se venga o no a hacer negocios, que suele ser lo más habitual.


Los cinco cabritillos, mascotas de los últimos juegos asiáticos


Ribera del río de las perlas

Nada más salir de la abarrotada estación de trenes, y para hacer tiempo hasta que me encontrara con mi anfitrión, me fui a dar un paseo por el enorme parque Yuexiu, que alberga algunos monumentos de interés como una estatua dedicada a los cinco carneros, símbolo de la ciudad. Según la leyenda, Guangzhou fue fundada por cinco inmortales que llegaron montados en dichos cuadrúpedos, cargados hasta las trancas de arroz para aplacar el hambre de los primeros pobladores de la zona. No menos interesante es la magnifica torre de Zhenhai, de cinco plantas, que aloja el museo de la ciudad.








Los cinco magníficos en sus respectivas monturas

Teniendo en cuenta su situación estratégica, Guangzhou ha sido desde siempre uno de los principales puertos y puntos de contacto de China con el exterior, lo que le otorga un punto multicultural muy interesante. No es de extrañar pues que uno pueda toparse en un mismo distrito con edificios asociados a cultura y religiones de lo más variado. Así, entre templos budistas como el de Guangxiao y confucionistas, perviven por ejemplo la primera mezquita construida en tierras chinas, la de Huaisheng, y esplendidas iglesias como la catedral del Sagrado Corazón.


Interior del templo de Guangxiao


Sala ancestral del clan Chen


Lo único que pude ver de la mezquita Huaisheng, cuyo acceso está vetado a los no musulmanes


Catedral del Sagrado Corazón

Siguiendo con enclaves históricos importantes, no hay que olvidarse de darse un paseo por la pequeña isla de Shamian, conectada a la ciudad por pequeños puentes. Este lugar fue durante años el único lugar de China donde se permitía asentamientos de occidentales, concretamente de franceses y británicos, tras la guerra del opio en 1859. En sus tranquilas callejuelas y restaurados edificios puede verse aún hoy día el legado de estos primeros europeos. Es un lugar ideal para desconectar del alboroto y darse un respiro. Además, hay un albergue, en el que me alojé durante una noche, altamente recomendable.


Shamian Dajie, el bulevar principal



Al norte de la isla de Shamian se halla uno de los mercados callejeros con más solera de toda la región, el mercado de Qingping. Antaño llegó a ser conocido por la gama de animales que se ponían a la venta, destinados al consumo humano (los cantoneses tiene fama de comerse cualquier bicho viviente), desde murciélagos hasta mapaches, pasando por monos, serpientes, etc. Hoy día, tras las restricciones impuestas desde la pandemia del SARS en 2003, y el lavado de imagen a raíz de los juegos olímpicos de 2008 (Guangzhou fue subsede), apenas se ven cosas exóticas más allá de batracios y peces varios. Si se vende algún perrillo o gato, es como mascota (o al menos eso creo…).




Míralos, están para comérselos (¿están para comérselos?)


Esto es lo más bizarro que pude encontrar entre los puestos

Se necesita algo de paciencia para llegar a disfrutar de esta ciudad. Tiene todo eso que hace de un lugar un infierno insoportable: tráfico, contaminación, edificios en obras, ruido, gente con prisa, etc, pero al mismo tiempo no deja de tener su encanto si uno acierta donde encontrarlo. Además, la ciudad está excelentemente conectada con otros puntos de interés de la provincia de Guangdong, los cuales fui visitando en los días siguientes. De todos modos, por muy buenas infraestructuras que existan en esta área, todas son insuficientes para la tremenda marea humana que me encontraba en cada estación de metro, tren o autobús durante esos días de finales de enero. El chunyun en su máxima expresión, como muestra aquí va este botón:



"Si quieres saber el camino que tienes delante pregúntale a los que regresan."

domingo, 20 de febrero de 2011

Vuelta al tajo

Ahora si que si, tras un mes prácticamente ininterrumpido rulando de aquí para allá, se acabaron las vacaciones. Vuelvo a Shaoxing bastante cansado tras la odisea del retorno, pero satisfecho por la experiencia, tanto en el sur de China como en Vietnam. Tengo ganas ya de soltar todo lo vivido del tirón, pero mejor lo iré despachando en pequeñas dosis durante los próximos días.

En resumen, la primera parte de las vacaciones en China la puedo calificar de excelente. Tras el súbito cambio de planes, dejando de lado la visita a Hunan y Guilin por motivos meteorológicos, continúe directo hacia Guangzhou, la capital de la provincia de Guandong en el sur, mi punto de conexión con otros pueblos de la región que también visité. A continuación llegó el turno de Macao, uno de los sitios que más me gustaron, y Hong Kong, que mereció la pena aunque solo pude estar un día. Por último, pasé por Xiamen, una ciudad costera en el sudeste de China que me dejó una buenísima impresión. Si por algo creo que disfrute este viaje es, sobre todo, por la gente de Couchsurfing, (página que de nuevo me gustaría promocionar y animaros a que os hagáis miembros) que fui encontrando por el camino. Unos me alojaron, otros me acompañaron durante un rato y otros, también viajeros como yo, simplemente pasaban por allí. A todos ellos va dedicado este video, testimonio y memoria de una gran experiencia personal:



Tras el paréntesis de dos días celebrando el año nuevo chino, llegó el momento de bajar a Vietnam. Desde Saigón hasta la capital, Hanoi, me he ido recorriendo la costa, haciendo escala en lugares de lo más variopinto, desde las playas paradisiacas de Nha Trang hasta los túneles del Viet Cong en Vinh Moc, pasando por joyas como Hoi An y Hue. Desde luego, lo mejor del viaje (y el propósito principal del mismo) ha sido el reencuentro con Job, un viejo amigo con el que coincidí en Lituania, con el que lo pasé en grande la primera semana allí. El resto del viaje lo hice solo, pero lo disfrute igual, aunque con menos momentos de hilaridad. Lo peor fue el regreso. 36 horas de tren desde Hanoi a Shaoxing, divididas en tres trenes diferentes, el último de los cuales no tenía asientos libres, con lo que me tuve que comer 12 horas de pie, en un compartimento abarrotado, con gente fumando, tosiendo, escupiendo… en fin, una experiencia que todo ser andante debería probar alguna vez en la vida. Aquí os dejo un pequeño video para que os hagáis una ligera idea. Se ve un poco oscuro pero es que la luminosidad del vagón no daba para más:



Y mañana mismo empiezo oficialmente mi segundo semestre aquí y, por ende, una nueva etapa, con energías renovadas y más ganas aún si caben de quedarme por estos lares. De momento os digo que me han dado un dos horas menos de clase, un horario mejor distribuido que el semestre pasado, y cuatro grupos de primero (los de tercer año están de prácticas en empresas). El tiempo sobrante lo seguiré empleando en el aprendizaje del chino (sin dejar de lado el ruso), y además empezaré a dar clases privadas para ganarme un dinerillo extra, como hacía en Vilnius. Y por supuesto, seguiré invirtiendo tiempo y energías en este blog. Como digo, el mes entrante lo dedicaré a las impresiones de estos últimos viajes, repasando los mejores momentos. Como anticipo, aquí va un pequeño aperitivo en forma de fotos:


Casas flotantes cerca de Qingyuan, donde Cristo perdió el mechero


Cena a base de cocodrilo y otras rarezas cantonesas en Foshan


Rascacielos en Hong Kong


El esperado reencuentro


En Hoi An (Vietnam)


Instante en Halong Bay (Vietnam)

"No confundas, jinete, el galopar del caballo con los latidos de tu propio corazón."

jueves, 3 de febrero de 2011

El año del conejo



En pleno ecuador de mis vacaciones, justo en el día en que he decidido regresar a Shaoxing para darme un descansito antes de seguir viajando, ha llegado el día en el que los chinos celebran su festividad más importante: El Año Nuevo Chino, también conocido como Festival de Primavera (aunque estemos en pleno invierno y tiritando de frío). Las celebraciones empiezan el primer día del calendario lunar, utilizado tradicionalmente tanto en China como en otros países asiáticos, y acaban dentro de quince días con el festival de las linternas. Son días en los que abundan los banquetes (donde no puede faltar el pescado, símbolo de la abundancia) y reuniones familiares, truenan petardos y fuegos artificiales a cualquier hora del día, y el color rojo inunda las calles.





Como muchos ya sabéis, cada año en China se asocia a un animal determinado. En total hay doce, por lo que cada uno se repite después de un ciclo de doce años. En este que ahora empezamos, el protagonista es el conejo (o liebre), lo que implica su omnipresencia ya sea en forma de adorno callejero, muñeco, colgante, dibujo animado, pisapapeles, al ajillo, etc. Se suele asociar este animal a la gracia, la bondad y la sensibilidad.





En cuanto a mi viaje por tierras del sur de China, simplemente decir que ha sido genial y que, cuanto más viajo por aquí y voy conociendo a gente, más seguro estoy que me quedaré en este país por un tiempo largo. Ya iré contando pormenores y colgando fotos en cuanto regrese de Vietnam, adonde parto mañana mismo. Espero que esta segunda parte de las vacaciones sea al menos igual de interesante y placentera que la primera.

¡Feliz año nuevo! 新年快樂 (Xin nian kuai le!)



Y aquí otra más que no ha parado de sonar durante estos últimos días:




El conejo también muerde cuando está frenético.