¿No os ha pasado alguna vez que habéis empezado a echar de menos a algún
lugar y/o personas cuando todavía no los habéis dejado atrás? He estado
buscando si hay alguna manera de nombrar a este sentimiento, sería algo así
como una nostalgia anticipada. Esto es lo que estoy empezando a sentir en estos
días. Y es que la semana pasada confirmé que el curso que viene ya no seguiré
en China y estos dos meses que me quedan hasta junio son los últimos que pasaré
en este país, al menos en lo que se refiere a este periodo. Ya había anunciado
hace un par de semanas que no seguiría en mi actual centro de trabajo, pero aún
cabía la posibilidad de seguir en algún otro lugar de China. Sin embargo, una
repentina oferta para trabajar de orientador en una escuela de Kuwait ha
supuesto el empujón definitivo para cerrar una de las etapas más importantes de
mi vida en muchos sentidos.
Más de una vez se me había pasado por la cabeza el irme de China por
diversos motivos pero al final siempre había encontrado alguna razón para
continuar. Mi estancia en España durante las pasadas navidades me sirvió para
analizar la situación desde otra perspectiva y finalmente, tras barajar
circunstancias laborales y personales, llegué a la conclusión de que lo que de
verdad deseaba era volver a mi ciudad natal y asentarme allí. Me propuse
entonces prepararme unas oposiciones e intentar regresar con un puesto seguro
bajo el brazo en un plazo de dos o tres años.
A la vuelta le comenté mi idea a mi pareja, pero sus planes de futuro eran muy diferentes a los míos (ella no quiere dejar China ni a su
familia), así que decidimos que lo mejor era separarnos y seguir nuestros
caminos en busca de nuestras respectivas metas. Llegado pues a este punto, lo
mismo me daba seguir trabajando en China que en cualquier otro país mientras
pudiera estudiar el master vía online que necesito para la oposición. Abrí mi campo de
búsqueda y encontré una interesante oferta en Kuwait que no he podido rechazar.
Una nueva etapa se avecina.
Anteayer me di un paseo por el lago Oeste de Hangzhou con una amiga y
empezaron a aflorar algunos recuerdos asociados a casi siete años de vida aquí.
Por supuesto que ha habido aspectos difíciles de manejar, muchos de los cuales
influyeron en mi decisión de cambiar de aires, pero también reconozco que habrá
bastantes elementos y personas que echaré mucho de menos en el futuro. De
hecho, como digo, ya empiezo a sentir esa añoranza y todavía no me he ido.
Estos dos meses que me quedan aquí trataré de vivirlos y aprovecharlos lo
mejor posible, al tiempo que me preparo psicológicamente para la marcha. Creo
que dispongo de tiempo suficiente para poder hacer todo lo que quiero antes de
irme, sin prisas y con calma. Me vuelvo a sentir un poco como en aquella
primavera de 2008 cuando decidí salir de mi zona de confort en Lituania,
después de dos años viviendo allí, y me marché de repente a la India. Una
sensación especial entre la excitación porque algo nuevo se aproxima, cierta
incertidumbre por no saber lo que le espera a uno y una ligera pena al pensar
que quizás no vuelva a ver, al menos en una buena temporada, a muchas personas
importantes en mi vida y de los que he aprendido mucho. Espero que mi futura
etapa sea tan fructífera como esta que estoy a punto de cerrar y me resulte
igual de provechosa. Sigo creciendo, eso es lo más importante.
"Cuando llegues a la última página, cierra el libro."