El último punto
de mi viaje a Yunnan no fue solo el mejor en esa semana, sino uno de los
lugares a enmarcar dentro de todo lo
vivenciado en Asia, al menos en lo que a senderismo se refiere: La Garganta del
Salto del Tigre (虎跳峡, Hǔ tiào
xiá). Senderos de vértigo, preciosas aldeas y vistas increibles durante
todo el recorrido de principio a fin. Un tesoro que, sorprendentemente, aún es
desconocido por la mayor parte de la gente que visita China.
Desde Lijiang es
posible llegar en autobús hasta la localidad de Qiaotou (桥头 Qiáotóu), donde se encuentra el inicio de la ruta. Desde aquí hasta el final,
en el hostal de Tina’s Guesthouse (desde donde se puede coger el autobús
de vuelta a Lijiang), hay unos 20 kilómetros (aproximadamente unas ocho horas
de caminata). Como el último autobús sale a las 15:30, lo más sensato es hacer el
recorrido partido en dos días, para así disfrutar con más calma de los paisajes
y el camino en sí. No es una ruta demasiado dura, aunque hay un par de zonas en
las que se requiere un estado físico cuanto menos aceptable. Durante los
primeros tramos de subida (los más empinados) suelen haber aldeanos con mulas
para cargar, por un precio negociable, a los que lo necesiten para que no se
queden rezagados.
Primeras rampas, aquí se sufre un poco |
La parte más dura
del itinerario es la conocida como “Las 28 curvas”. Consiste en una cuesta
empinada con escalones de piedra que serpentea hasta la cima describiendo un total
de 28 curvas. La sensación al coronar el ultimo escalón es de subidón total,
por lo que no se hace necesario comprar ninguna de las bolsitas con marihuana
que una amable anciana vende en su puestecillo al final de esta parte. A partir
de aquí el trayecto se hace mucho más llevadero. Como decía, lo normal es parar
en algún hostal por el camino a hacer noche y continuar al día siguiente. Yo
elegí el Half Way, un albergue cuyas habitaciones dan directamente al valle con
la espectacular Montaña de Jade de fondo. El amanecer desde este sitio es un
lujazo, y todo a un precio muy económico (40 yuanes, dormitorio compartido).
Desayuno "aquí sufriendo" en el Half Way |
Tras una relajada caminata mañanera llegué por fin a Tina’s Guesthouse. Desde aquí se puede bajar hasta la misma garganta a presenciar de cerca el espectáculo natural del río Yangtse estrellándose contras las rocas. Hasta llegar aquí hay que pasar por un sendero en pleno acantilado, con algunos puntos poco recomendables si padecéis de vértigo. Es posible regresar de nuevo al hostal por unas escaleras de metal llamadas “Escaleras hacia el cielo” (天梯, Tiāntī) En un principio pensé en coger este camino pero al final me pudo el cansancio, la prudencia y un cartel que indicaba dos rutas: una con el título “safe” (segura), bordeando los acantilados, y la de las escaleras. Preferí ir a lo “seguro” por esta vez.
Una ruta de senderismo como esta es lo que necesitaba para poner un broche de oro tanto al viaje en Yunnan como a todo mi periplo en China en general. Después de esto solo me quedaban tres días más hasta que cogiera el avión y cerrara esta bonita página de mi vida. No descarto volver algún día, al menos para visitar a mi hermano, que seguirá allí unas cuantas temporadas. Mientras tanto solo me queda sentirme dichoso por haber tenido la suerte de disfrutar tantas buenas experiencias y fabulosos lugares como el que acabo de relatar.
¡Hasta la
próxima, China! 再见!
“Cuando llegues a la última página, cierra el libro.”