lunes, 7 de marzo de 2016

Pásame esa España



Estas pasadas vacaciones de año nuevo chino han sido bastante atípicas. Si las anteriores se habían caracterizado por viajes por el Sudeste asiático, en busca de climas cálidos y playas con palmeras, en esta ocasión he viajado a España con mi novia, visitando Córdoba, Granada, Sevilla, Barcelona y Madrid. Ha sido su primera vez en mi país y, por supuesto, ha habido muchas cosas que le han llamado la atención. Algunas le han provocado bastante agrado, otras le han decepcionado bastante, mientras que ha habido situaciones que le han dejado un poco a cuadros. Su testimonio puede darnos una pequeña idea acerca de lo que alguien de China puede llegar a pensar de España y los españoles.

En general, mi novia se ha llevado una impresión global positiva de España y los españoles, que le han parecido muy amables y afectuosos. Le ha chocado que cada vez que alguien entra y sale de una tienda, bar, restaurante, etc. saluda y se despide, dando antes las gracias por el servicio. Esto es algo que en China no suele darse con mucha frecuencia. También ha destacado nuestro respeto por el patrimonio histórico y el afán por protegerlo. Aunque lo que de verdad ha disfrutado es el precio de la fruta, muy bajo comparado con China, y el poder encontrar agua potable de primerísima calidad en cualquier fuente (al menos en Córdoba y en Granada).

Dentro del apartado de críticas, mi pareja se ha escandalizado con el elevado precio del transporte público y el que haya que pagar por usar el baño en las estaciones de trenes, algo también nuevo y sorprendente para mí. Ella también señala que en España hay muchas personas con sobrepeso, sobre todo niños, y que la gente fuma demasiado, incluso los adolescentes, dejando una gran cantidad de colillas en el suelo. Por último, a mi novia le ha rayado mucho que las tiendas cerrasen al mediodía y los domingos. Esto es algo que a mí también me llega a fastidiar después de tanto tiempo en China, cuando uno está acostumbrado a que los negocios abran cualquier día a cualquier hora. 


Mención aparte merece el tema de la comida. A pesar de ser una persona de mentalidad abierta y con interés en probar nuevas gastronomías, mi invitada lo pasó regular con el mundo de las tapas y las raciones y sus sabores tan diferentes a los de la comida china. Los platos caseros si que le gustaron bastante (en especial los de mi madre, como no, y el mojete de setas de mi tía) pero, de lo que se servía en los bares y cafeterías, no pudo encontrar algo que le convenciese. El horario de las comidas también la trastocó bastante, sobre todo a la hora de cenar. En serio, ¿es necesario comer tan tarde?


Siguiendo con el cuadro de choques culturales y situaciones novedosas, decir que mi pareja lo ha flipado con la cantidad de naranjos que adornan las calles de Córdoba, planteando la típica pregunta que cada visitante de la capital califal se hace: “¿Y esas naranjas se pueden comer?”. Naturalmente no (tienen un sabor muy amargo), aunque eso no convenció a mi novia para que se olvidase de catarlas. Su posterior gesto de desagrado confirmó que no lo volvería a hacer

Mira que se lo avisé...

Para terminar, un par de cosas que yo no esperaba que iban a sorprender a mi novia. Por un lado, el que, según ella, los padres españoles no son tan protectores como los chinos con sus hijos pequeños. Esto es algo que debatimos largo y tendido, primero porque creo que la autonomía e independencia de los niños no es una característica habitual en España, más bien se tiende a sobreproteger a los menores. Segundo, ya me he encontrado con muchos casos en el día a día en China que demuestran que los padres chinos no prestan tanta atención a la seguridad del menor como parece, aunque esto es un tema que daría para otra entrada.
Por otro lado, ella ha disfrutado mucho con unos animalillos que frecuentemente suelen ser repudiados por la mayor parte de la población, nuestras palomas, que invaden nuestras plazas y defecan en nuestro mobiliario urbano y cabezas. Cada vez que veía un grupúsculo de estas aves, arrullando al solecillo, le salía una sonrisa ante mi atónita expresión.



Ya de nuevo en China, espero que mi pareja, a partir de este viaje y haber descubierto mis raíces y el molde de donde vengo, me conozca un poco mejor y comprenda mis puntos de vista acerca de ciertos aspectos de la cultura china. Hay muchas veces que echo en falta cosas, como lo de saludar en las tiendas, el afecto de la gente, el salir a tomarme una caña solo por ver y hablar con alguien, el café bien hecho y no el del Starbucks, etc, que los chinos no pueden llegar a entender del todo por qué son tan especiales para nosotros. Ella seguirá rechazando las patatas alioli y el jamón, pero al menos espero que ahora empaticemos un poco más.



 “Un poco de tolerancia puede calmar al viento y al mar.”

Algo de léxico
choque cultural: 文化震动 [wénhuà zhèndòng]
naranjos: 橘树 [jú shù]
palomas: 鸽子 [gēzi]
siesta: 午睡 [wǔshuì]