domingo, 19 de junio de 2011

Y colorín, colorado...

…este año académico se ha terminado. Se acabaron los exámenes, mañana finalizo el subsecuente papeleo, firmando actas finales y demás pamplinas, luego un par de cenas de despedida, y el miércoles salgo de vuelta a Españistán. Tiempo ya para empezar a disfrutar de un merecido descanso, reponer fuerzas y hacer balance de lo que ha sido esta mi primera etapa en China, desde el pasado septiembre hasta ahora. Ha habido momentos para todos los gustos, pero en general han primado los positivos. Prueba de ello es que sigo con ganas de seguir aquí más tiempo, al menos otro añito más.



Parece que fue ayer cuando daba mis primeras clases en China a mediados de septiembre, y empezaba a descubrir con sorpresa, y a veces con perplejidad, algunas pautas de comportamiento y costumbres, tanto entre los estudiantes como en mis colegas de departamento, que me indicaban el salto cultural tan grande que debía abordar. De todas formas, la adaptación al nuevo entorno no fue difícil, especialmente por la presencia de otros profesores extranjeros en el campus con los que pronto empezaría a entablar unos lazos afectivos que se mantienen hasta el momento. La sensación era buena, a pesar de las barreras culturales y la dificultad de un idioma que, a día de hoy puedo decir que he llegado a manejar (al menos a nivel de supervivencia) y que me sigue enganchando cada vez más.



Sin embargo, con la llegada del frío, a finales de noviembre, llegaron también los primeros bajones de ánimo. Me daba cuenta lo difícil que se me hacía acostumbrarme al carácter y personalidad de los chinos, con unos hábitos de vida y pensamiento tan diferentes. También me empezaba a cansar la actitud de la mayoría de alumnos, con una ausencia alarmante de pensamiento propio y creatividad, y una tendencia a la vagancia y al uso de trampas en los exámenes pasmosa. Descubrí la falta de ética y seriedad en mi lugar de trabajo, lo que me hizo plantearme el seguir más tiempo aquí. A todo ello se le unía el hecho de tener que censurar ciertos contenidos en las aulas. Había demasiadas incongruencias alrededor lo que me llevó a entrar en una pequeña crisis. Menos mal que llegaron las vacaciones de invierno. Un mes viajando entre China y Vietnam, que me "rehabilitó" por completo y me hizo recuperar la confianza en la gente de este país, al conocer personas extraordinarias, alejadas del pensamiento materialista que caracteriza a la sociedad china actual, y con un espíritu mucho más crítico. Han sido muchos viajes, pero este fue sin duda el mejor.



El segundo semestre, por su parte, ha supuesto un verdadero soplo de aire fresco en la vida del campus, principalmente por la llegada de un nuevo aluvión de profesores extranjeros. Seguíamos con los mismos problemas, medioambientales y laborales, pero el ambiente lo he visto mucho más animado y distendido. Cierto que también he pasado por malos momentos (acrecentados por la muerte de mi abuela, en el mes de marzo), pero siempre he sabido salir a flote y mirar el futuro con esperanza. Gran parte de mi tiempo libre lo he ocupado en mejorar mi nivel de chino, lo que a su vez me ha posibilitado abrirme más a la población local, conociendo más y más gente fuera de este submundo que formamos la comunidad extranjera en Shaoxing. Digamos que en estos momentos me hallo en plena fase de integración, aunque todavía hay bastantes cosas a mi alrededor que creo que jamás llegaré a asimilar. Lo mejor es intentar digerirlo todo con el mejor humor posible y mucha paciencia.



Poniendo la vista en un futuro cercano, en estos momentos sigo con muchas ganas de continuar más tiempo en China. No puedo garantizar que me quedaré en la misma facultad, todo dependerá de lo que pueda encontrar en otros lugares, ya se irá viendo. Lo que si puedo asegurar es que mucho tiene que cambiar el panorama para que vuelva a España. Si tengo que buscar una estabilidad, mejor centrarme en el lugar en el que estoy ahora. Además (ojo a la primicia), hay por ahí cierta persona con la que ya ha empezado a surgir algo, que espero llegue a madurar a la vuelta del verano. Todo se verá a la vuelta de las vacaciones. Ojalá que las disfrutéis al máximo y que el curso que viene sigáis estando aquí, pendientes de estas vivencias con las que espero hayáis pasado un buen rato durante estos 9 meses.

¡Muchas gracias y hasta la vuelta!



"El sabio puede sentarse en un hormiguero; pero sólo el necio se queda sentado en él."

domingo, 12 de junio de 2011

La hora de la verdad

Llega el final del semestre, el término de otro ciclo académico más, lo que es sinónimo de ansiedad y preocupación por los exámenes finales. Una vez más me toca hacer de malo de la película, evaluando las capacidades orales de más de 200 estudiantes divididos en 14 exámenes en total. Una paliza que comenzará mañana mismo y se extenderá durante toda la semana entrante. A esto hay que sumarle los pertinentes trámites burocráticos, incluido el rellenado de hojas de clase como en el semestre anterior. Una patochada que esta vez me estoy tomando con mejor humor.



Durante este mes se está celebrando también en toda China un acontecimiento que moviliza este año a más de 9 millones de estudiantes. Se trata del gaokao, el examen de acceso a la universidad. Con una duración total de 9 horas, los estudiantes deben realizar un total de cuatro exámenes, entre asignaturas comunes y optativas. A diferencia de nuestra selectividad, donde el aprobado está al alcance de cualquiera (incluidos seguidores de Gran Hermano y Belén Esteban), en el gaokao, el porcentaje de personas que lo superan sobrepasa ligeramente el 50%, lo que nos da una idea de la dureza de la prueba. Esto implica que los alumnos pasen las semanas previas estudiando día y noche, sometidos a una presión casi criminal (en gran parte ejercida por parte de los propios padres), lo que suele resultar en más de un desfallecimiento o ataque de ansiedad durante el día del examen final.


Examen de acceso a Bellas Artes

El hecho de entrar en la universidad y facilitar así el acceso a un buen puesto de trabajo, es algo de suma importancia para los progenitores que son capaces de todo para que sus pipiolos obtengan el mejor resultado en las pruebas de acceso. Para algunos se convierte en una verdadera obsesión, e incluso son capaces de inflar a sus hijos con fármacos que aumenten su concentración, o sustancias que cortan la menstruación en el caso de las chicas, para que el periodo no afecte al rendimiento. Me imagino la pesadilla que debe ser para algunos chavales estos días. De todas maneras, siempre les queda el consuelo de poder volverse a presentar el curso que viene. Esto es lo que lleva haciendo desde hace quince años el señor Liang Shi, un hombre de 44 años que intenta acceder a la Universidad de Sichuan y cumplir así su sueño de estudiar matemáticas. Este año creo que se ha presentado junto a su hijo.


Ahí está el tío

Debido pues al maratón de exámenes que mañana comienzo, no creo que vuelva a tener tiempo de publicar nada hasta el fin de semana que viene. Que poquito me gusta esto de tener que evaluar, a ver si pasa rápido el trago. ¡Hasta entonces!

"Ganar un proceso es adquirir una gallina y perder una vaca."

miércoles, 8 de junio de 2011

En la tierra de los karst



Tras unos días desaparecido, vuelvo a la carga con una nueva entrada que seguro os entusiasmará y os animará a visitar estas tierras. El motivo principal de mi ausencia, aparte de preparación de exámenes y fallos de conexión, ha sido el "viajecito" que me he metido entre pecho y espalda, visitando parte de la provincia de Guanxi, en el sur de China. Unos cuatro días de descanso con motivo del festival del barco del dragón, en los que, junto a Marianne, mi colega del departamento de francés, he visitado Guilin, Yangshuo y sus alrededores. Todo un paraíso en la tierra, lleno de actividades para hacer, y gente amigable y cordial por todos los rincones. De momento, es lo mejor que he podido ver desde que estoy en China.


Rio Li a su paso por Guilin






Pescador con cormoranes

Mucha gente coincide en que Guilin es la ciudad más bonita de China, aunque a mí, a decir verdad, no me llegó a cautivar del todo. Tampoco es que tuviéramos mucho tiempo para explorarla (apenas un día), pero la primera impresión nada más bajarnos del tren fue la que se experimenta al llegar a cualquier ciudad china… tráfico, caos, bloques de hormigón, calles repletas de tiendas…es decir, nada nuevo bajo el sol. Hace falta dirigirse a la zona adyacente al rio Li para poder apreciar los encantos de esta ciudad. La principal atracción por esta zona es el parque de las Siete Estrellas (Qixing Gongyuan), que alberga, además de un zoo, dos interesantes cuevas, llenas de estalactitas y estalagmitas. Además es posible realizar deportes de aventura, como la escalada.








Haciendo amigos, una constante durante todo el viaje

Si uno quiere de verdad impregnarse de la belleza paisajística y descubrir porque esta región atrae a tantos visitantes, hay que salir de Guilin, ya sea rumbo a Lonsheng en el norte, o Yangshuo, al sur, lugar donde nos alojamos (gracias a Sam, nuestro anfitrión de Couchsurfing, un chaval muy majete pero que apenas vimos). Este sitio si que es un pasada. Ya el simple hecho de pasear por sus calles, rodeadas de formaciones kársticas (esas montañitas que parecen sacadas de Bola de Dragón) y más limpias que en otras ciudades, merece la pena. Además, nos encantó el ambiente que se respiraba por la noche, con cientos de personas paseando, y bares y restaurantes abiertos hasta las tantas. Parecía cualquier pueblo de la costa del Sol a mitad de julio. Desde Yangshuo es posible organizar gran cantidad de excursiones por los alrededores, ya sea en barco, bicicleta o a pié, como hicimos nosotros en nuestro segundo día.


Por aquí estaba nuestra choza


Pescado a la cerveza, la especialidad local


Xi Jie, la calle más animada


Mercado de los granjeros

Una de las rutas de senderismo más popular en la región, es la que va desde Yangdi hasta Xingping, de unos 24 kilómetros. Primero hay que coger un autobús hasta Yangdi que te deja en el mismo embarcadero del pueblo. Desde aquí hay gente que opta por pillarse un barco de bambú, o bien cruzar hasta el otro lado del río como hicimos nosotros e iniciar la caminata. Las cinco horas de trayecto se nos pasaron volando. Los increíbles paisajes que disfrutamos, la amabilidad de los lugareños que fuimos encontrando por el camino, la sencillez de sus aldeas, el verdor de los campos… Una experiencia que repetiría con gusto. Las imágenes hablan por sí mismas.











Si hay una palabra que definitivamente asociaremos a nuestra visita a Yangshuo, esa es sin duda "bambú". Basta acercarse a la zona cercana al rio Li para escuchar como insistentes mujeres con sombrerillo invitan a los visitantes a probar la experiencia de montar en una barca de este preciado material. Finalmente, el último día de nuestro viaje accedimos y, tras el pertinente regateo (unos 50 yuanes por cabeza por una excursión de 2 horas debería ser lo razonable), nos montamos en una embarcación rumbo a la aldea de Fuli, un recóndito lugar conocido, sobre todo, por la fabricación de abanicos.


Vista desde la barca


Calle de Fuli




Como si el tiempo se hubiera detenido...

Exhaustos pero contentos, volvimos a Shaoxing, con la sensación de haber disfrutado de algo realmente único, no solo en China, sino en todo el mundo. Fueron muy pocos días la verdad y nos quedamos con ganas de más, pero algo es algo. Quizás el verano que viene, si sigo por aquí, regrese en busca de más impresiones y momentos para el recuerdo. Ahora toca concentrarse en los exámenes finales y el papeleo que conllevan, y de aquí a dos semanas ya estaré cerrando el chiringuito hasta el curso que viene. ¡Cómo pasa el tiempo!



"El dragón inmóvil en las aguas profundas se convierte en presa de los cangrejos."