jueves, 27 de octubre de 2011

Más cara que espalda

A la hora de entender la idiosincrasia y manera de pensar de los chinos cuando interaccionan, es necesario conocer cuales son los valores internos que les mueven a actuar de una u otra manera. Uno de los conceptos claves, tanto en las relaciones personales como laborales, es el mianzi, traducido literalmente como “cara” o “rostro”. A diferencia de lo que significa en español, en China el “tener cara” hace referencia a la buena reputación y dignidad de una persona en los ojos de los demás. En la cultura china, la identidad de uno mismo se construye a partir de la opinión y la imagen que causemos a los demás, y por tanto es tremendamente importante para ellos mantener este mianzi impoluto a toda costa. Vale que a nadie, sea de donde sea, le guste ver dañada su imagen, pero en el caso de los chinos, el perder mianzi puede desencadenar consecuencias nefastas para la persona, incluso en situaciones cotidianas.



Lo peor que se le puede hacer un chino en cualquier tipo de reunión social, es hacerle “perder la cara” en público. Hay que tener cuidado con el tipo de comentarios o bromas que uno hace, así como evitar críticas delante de los demás o hacer quedar a alguien como un ignorante, o un mentiroso, por muy leve o “piadoso” que haya sido el embuste. También se considera un agravio el negar directamente a alguien una invitación o propuesta. Los chinos prefieren contestar con un “quizás” o “es posible, lo tengo que consultar”, antes de soltar un simple “no”.



Algunos ejemplos cotidianos de esta preocupación por mantener la “cara” o reputación los podemos encontrar en cualquier contexto. Por ejemplo, a los que vivís en China, ¿cuántas veces habéis preguntado por una dirección y os han dado unas instrucciones erróneas? Y es que los chinos prefieren dar la respuesta que sea, antes de reconocer que no saben algo, especialmente si hay otras personas delante. Eso también lo veo en el aula, lo mal que lo pasa un alumno cuando se dan cuenta que no sabe la respuesta a mi pregunta (al mismo tiempo que el resto de compañeros alrededor intentan ayudarle para “salvar su cara”). Quizás sea también por esta razón, el hecho de que haya gente que literalmente escape de las “amenazadoras” preguntas de un extranjero, porque creen que no lo van a entender y eso les haga quedar mal.

Otro ejemplo claro es a la hora de pagar la cuenta en un restaurante, como se apresuran a ver quien es el que paga primero. También existe cierta tendencia a ostentar y mostrar riquezas materiales enfrente de otros. Todo ello suma puntos a su reputación e imagen ante los demás.

El control de las emociones negativas, especialmente el enfado y la pena, también está relacionado con el concepto de mianzi.



El hecho de que una persona intente salvaguardar su honor (y por extensión, el de su familia, clan o nación) no es algo reprochable ni mucho menos, pero en ocasiones me repatea esta obsesión por intentar quedar bien, aunque para ello haya que dar una imagen falsa de uno mismo. Aquí eso de “sé tu mismo” no se ve con muy buenos ojos. Se prefiere hacer lo politicamente correcto para los demás, se vive con un permanente miedo al “que dirán”. Y eso, que queréis que os diga, para mí, más que mejorar las relaciones, las distorsiona. A mí, cada vez que interacciono con un chino o china, me cuesta descubrir sus verdaderas opiniones, sus emociones reales... más que“cara”, parece que tengan una “careta”. Son este tipo de cosas y situaciones las que me hacen pensar en lo poquito que encajo aquí.


“La gente no puede vivir sin cara, así como los árboles no pueden vivir sin corteza”.

domingo, 23 de octubre de 2011

Entre pesas y secadores



Una de las novedades esta temporada en mi rutina semanal es el haberme apuntado a un gimnasio, al cual suelo ir 4 o 5 veces a la semana. El motivo principal es el de no perder la forma, y mejorar mi salud, tanto física como anímica. Con un estilo de vida tendente al sedentarismo (con el lugar de trabajo a tres minutos a pie de mi apartamento) y una dieta donde predomina la comida aceitosa, es necesario prestar mucha atención al cuidado del cuerpo. Aparte, el hecho de ir casi cada día me da pié a salir del campus, ver otra gente y no centrar mi vida enteramente entre estos muros, algo que a la larga acaba cansando.







El gimnasio no es nada del otro mundo pero, para el precio de la suscripción (unos 115 yuanes al mes, alrededor de 11 euros) no está mal. Tiene todos los aparatos necesarios para trabajar todos los grupos musculares y cuenta con algunos “extras”, como mesas de ping pong, billar y ordenadores con conexión a internet (hay peña que va, se enciende un cigarro, se sienta enfrente del ordenador, y ahí se tira toda la tarde). Como en cualquier lugar de China, aquí también se ven algunas peculiaridades, especialmente en el vestuario, ese mundo. Por ejemplo, yo no sé en otras ciudades, pero aquí en Shaoxing la gente no gasta en toallas de baño. En lugar de utilizar éstas, se lleva más coger un secador y expandir aire caliente por todo el cuerpo, especialmente en los bajos. Creo que esto debe tener algún tipo de efecto placentero porque hay algunos que se tiran un buen rato secándose el tema. Un día de estos lo pruebo a ver que tal.




Los armarios tampoco se libran de las supersticiones.


Fotillo para alegrarse la vista de alguna manera, algo es algo.

De momento me está sentando bien el deporte. Me sirve sobre todo para coger carrerilla y llenarme de moral para afrontar las clases de la tarde-noche. Además, es un contexto más donde practicar el chino aunque, aparte de con los dueños del local, apenas interaccionó con nadie más, cada uno va a su rollo, vamos como en cualquier gimnasio. Pero lo que más valoro de todo esto, es que los días se me están pasando volando este semestre. De ánimos no voy nada mal (teniendo en cuenta que al final no me han cogido para lo del barco de Japón), pero hay días en que, por una razón u otra, me dan ganas de cambiar de aires. Toca tener paciencia.

"Si quieres ir rápido, ve solo. Si quieres llegar lejos, ve acompañado"

miércoles, 19 de octubre de 2011

Una verdad incómoda

Estaba a punto de ponerme a escribir sobre el gimnasio al que voy pero no quería pasar por alto uno de los principales temas de conversación y debate en China en estos días. Ya venía tiempo hablándose de una supuesta crisis de valores en la sociedad china, y la predominancia de individuos egoístas, que solo piensan en su propio beneficio sin importarles los demás. Lo sucedido hace tres días en Foshan, en la provincia de Guangdong,no hace más que apoyar estas críticas tesis, mostrando un espantoso ejemplo de la pasividad de los ciudadanos ante el sufrimiento del prójimo, en este caso una niña de 2 años atropellada por una furgoneta. Seguramente ya habréis visto el video del suceso que está circulando por Internet en el que, aparte del susodicho accidente, se puede ver como hasta 18 viandantes pasan al lado de la niña indiferentes sin hacer nada al respecto, ignorándola por completo. Tuvo que ser una señora que trabajaba recogiendo la basura la que se hiciera cargo de la pequeña, salvándole de una presumible muerte a causa de las fuertes heridas. Aquí está el documento, juzgad vosotros mismos (AVISO: el contenido del video es bastante fuerte, no os aconsejo su visualización si sois muy sensibles).



Este terrible caso no es más que la punta del iceberg de algo extremadamente grave que se empieza a ver en la sociedad china y que servidor también es testigo a diario, ya se trate del contexto académico o del día a día en las calles de Shaoxing: alumnos competitivos e insensibles, conductores que no respetan las normas y no se preocupan de llevarse por delante a quien se cruce por su camino, fumadores que no se cortan a la hora de encenderse un pitillo en el vagón de un tren enfrente de una embarazada... ¿Qué está pasando? ¿Cuál es el origen de este declive moral? De todo ello trata este artículo publicado hace poco en ZaiChina, echadle un vistazo para saber por donde van las tornas:

Pincha aquí.


Chen Xianmei, la providente salvadora

Curiosamente, justo hace una semana, estaba leyendo un texto en las clases de chino sobre el concepto de ”大方“(dafang), ¨generosidad¨ en chino, un valor supuestamente inherente a la cultura china. Por lo visto, aquí se valora mucho el que una persona muestre su generosidad, donando dinero para determinadas obras o simplemente pagando la cuenta en un restaurante. Eso sí, lo que yo veo es que este tipo de gestos “altruistas” se hacen siempre de cara a la galería, intentando que sea presenciado por el mayor número de espectadores posible (no hay donación que se precie sin sesión fotográfica de la prensa), y para salvaguardar la dignidad. Parece que el ser dadivoso es más un deber que un gesto espontaneo. En una sociedad extremadamente capitalista e individualista como la china, no hay lugar para la ayuda al prójimo si ello no conlleva algún tipo de beneficio, ya sea material o social.


Ahí, ahí, que se vea bien como le dan la pasta a la mujer por su buena acción

De todas formas no puedo negar que aquí también existen personas maravillosas capaces de darlo todo, y me gustaría creer que no todo está perdido en el futuro de este país. Así mismo, esta crisis de valores no es algo ni mucho menos exclusivo de China, está ocurriendo en la mayor parte de países occidentales (me viene a la mente ahora ese aquel otro video en el que una persona simula un desmayo en la vía pública, y la gente pasa de atenderle, no recuerdo bien donde se grabó... ), por tanto me gustaría que analicemos la cuestión no como una crítica más a la sociedad china, sino como algo que bien podría haber ocurrido en nuestro entorno. Quizás este caso es algo extremo, pero, ¿de verdad estamos completamente protegidos ante el llamado “Efecto espectador”? ¿Somos de verdad todo lo solidarios que creemos ser?



La gente se arregla todos los días el cabello. ¿Por qué no el corazón?

sábado, 15 de octubre de 2011

¡Qué viva Xibanya!

Por segundo año consecutivo, los alumnos del departamento de español organizaron la semana pasada una fiesta especial dedicada al día de la Hispanidad. Al igual que la pasada edición, la velada fue una mezcla de canciones en español y varias actuaciones en chino y otros idiomas. Este año he disfrutado más si cabe que el anterior, más que nada por haber tenido más momentos bizarros. Al hilo de la celebración del día nacional, quisiera dedicar la entrada a algo relacionado con China y España a la vez. Si el curso pasado hablé de la imagen que los estudiantes chinos tienen de los españoles, esta vez he intentado recopilar algunas semejanzas entre éstos últimos y los habitantes del país asiático. Y es que, en el fondo no somos tan diferentes.


A fuerza de presionar, este año han cambiado la foto del p... torero por esta otra


Todo un clásico, que volvió a oirse una vez más

Una cosa de la que me dí cuenta apenas comencé a trabajar aquí, es que a los chinos les va eso de echarse una siestecita al mediodía. Es casi una norma para los estudiantes el terminar de comer y salir pitando hacia el dormitorio a echar una cabezada antes de empezar las clases de la tarde. Aparte, al igual que los españoles, a los chinos les encanta hacer vida en la calle, haga frío o calor. Ellos plantan su silla y su mesa a la intemperie, y a disfrutar, ya sea jugando a las cartas, al mahjong o simplemente viendo la vida pasar. En esto me recuerda mucho a la vida en los pueblos de Andalucia, con esos abueletes jugando al dominó y las marujas sentadas en la puerta, poniendo fino a medio vecindario.


Rozando el lleno también este año


Homenaje al Che Guevara

Como ya comenté en otra entrada, a pesar de ser un pueblo en el que la gran mayoría pasa de religiones, los chinos tienen cientos de supersticiones, algunas de ellas comunes con las de los españoles, como lo de evitar los gatos negros o vestir ropa interior roja para atraer la suerte. En cuanto a malos hábitos, tampoco hay mucha diferencia: los chinos también fuman como carreteros y apenas tiene en cuenta si al de al lado le puede molestar. Además, son igual de cafres al volante (un poco más, quizás).


Susana, mi compi mexicana, a duo con un servidor, cantando "Adelita"


Un estudiante cantando por Lady Gaga, la estrella de la noche

Pero donde más similitudes veo entre españoles y chinos es en el contexto de las comidas. No me refiero al tipo de cocina y productos que se consumen, sino al ritual de comer como acto social. A los chinos les gusta reunirse en grupos para jalar en un restaurante, pidiendo diversas raciones, y todos comen de todos los platos. Eso del plato individual no se estila mucho. Otra característica habitual es el alboroto que forman cuando se juntan alrededor de una mesa. Dicen que los españoles hablamos muy alto, pero los chinos no les van a la zaga.


Y además comen churros

Dejando a un lado lo verosímil y congruentes que puedan resultar estas semejanzas, lo que si es cierto es que cuanto más tiempo pasa uno en un lugar, menos extrañas suelen parecer algunas conductas. Uno tiende a percibir las cosas de forma más natural y quizás sea eso lo que facilite encontrar ciertos parecidos, imposibles de encontrar a priori, sobre todo cuando uno va con ese pensamiento estereotipado de que China es otro mundo, que son tan diferentes, tan alejados a “lo nuestro”. Nada más lejos de la realidad, al final uno aprende a encontrar círculos en los cuadrados y viceversa.



"Cuando el ojo no está bloqueado, el resultado es la visión. Cuando la mente no está bloqueada, el resultado es la sabiduría, y cuando el espíritu no está bloqueado, el resultado es el amor."

lunes, 10 de octubre de 2011

Un curso más



Ya me vale que un mes después de haberse inaugurado el curso académico aún no le haya dedicado la pertinente entrada. Vamos allá pues, desgranando como se presenta este nuevo semestre en nuestro entrañable campus de Yuexiu, amenizando la entrada con algunas instantáneas captadas en dos eventos clásicos al inicio de cada temporada: la ceremonia de apertura y bienvenida y el encuentro deportivo, ambos con la inestimable colaboración del equipo de profesores extranjeros.


Los presentadores de la gala


No hay ceremonia que se precie sin el clásico número de chicas con abanicos


Discurso en las diferentes lenguas que se enseñan aquí (el año pasado tuve que ser yo el que lo hiciera en italiano, a falta de profesor nativo)

Después de unas largas vacaciones, fue un poco complicado desengrasar las bisagras y volver a las clases. Sigo teniendo las mismas horas, 16, repartidas de tal manera que me han dejado el viernes libre. Tengo que dar una asignatura sobre "Perfil de los países hispanohablantes", la cual me tengo que currar de pe a pa a falta de libro de texto, y clases de pronunciación y fonética para los de primer año. Mi tiempo libre lo sigo empleando en mejorar el chino y el ruso, y además me he apuntado a un gimnasio, tema que merece una entrada aparte. Por otra parte, este semestre quiero iniciarme en el taichi, al menos quiero aprender los primeros pasos.


Pimpinela versión china


Los "laowais" a ritmo de los Blues Brothers, gafas de sol incluidas

Como pasa al comienzo de cada semestre, una nueva remesa de profesores procedentes de diferentes rincones del planeta ha desembarcado en el campus. La mayoría parecen bastante amigables aunque, como suele pasar en este tipo de contextos, enseguida se forman subgrupos, ya sea en función de la edad, nacionalidad o lengua. Yo ya he captado de momento con los que creo que voy a pasar mejores momentos estos próximos meses. En cuanto a amistades locales, a pesar de haber mejorado con el chino, sigue siendo complicado encontrar gente afín en esta ciudad, aparte de la colonia extranjera.


Los equipos de relevos haciendo el gamba desde primera hora de la mañana



En cuanto a las expectativas puestas en este nuevo curso, simplemente deseo poder disfrutar del día a día aquí, de las clases, del contacto con la gente, del aprendizaje constante, pero con un ojo puesto en un posible movimiento de tuerca que puede volver a cambiar mi rumbo en la vida. De momento no sé nada seguro al 100%, pero hay muchas probabilidades de que el semestre que viene me embarque en un crucero, que dará la vuelta al mundo en 5 meses. Ya iré informando en estas mismas páginas de como se van desarrollando los acontecimientos. De momento a seguir disfrutando de China y momentazos como este:




"Elige un trabajo que ames y no tendrás que trabajar ni un solo día de tu vida."


(Confucio)

jueves, 6 de octubre de 2011

Vacaciones rurales



A pesar de tener por delante una semana entera de vacaciones debido al megapuente del día nacional, este año no tenía muchas intenciones ni ganas de viajar muy lejos. Entre el mal tiempo, la bulla de turistas propia de estas fechas y mis deseos de ahorrar algo de pelas este semestre, me atraía más la idea de quedarme en casa en plan relajado, viendo pelis, estudiando chino y demás. Pero al final volvió a palpitar la vena viajera y no pude evitar salir de nuevo por ahí, mochila al hombro y acompañado esta vez de tres nuevos colegas, Oleksi y Elena de Ucrania, y Susana de México. Pasamos dos días recorriendo los alrededores de Wuyuan, en la provincia de Jiangxi, al sur de Zhejiang, una zona rural repleta de paisajes idílicos, con pequeñas aldeas de calles estrechas, rodeadas de montañas y riachuelos, y gente amabílisima. Un lugar digno de visitar, ideal para desconectar de la polución y el tráfico de la ciudad.









Los lugares de interés de la región se encuentran en torno a Wuyuan, la cual no tiene mucho encanto per se, pero es desde donde salen los autobuses para los diferentes pueblecillos. Básicamente hay dos rutas principales a recorrer, la Este y la Norte, cada una con sus respectivos puntos de interés. empezamos con la primera, donde destacan sobre todo Wangkou y Xiaoqi, dividido en dos partes: Xiaoqi de abajo (demasiado turístico) y Xiaoqi de arriba, mucho más tranquilo. Si se dispone de tiempo, también se puede visitar Jiangwan.


Vista de Wangkou


Grano puesto a secar en Xiaoqi


Calle de Jiangwan

Al día siguiente nos recorrimos la ruta del norte, empezando por la aldea de Sixi Yancun y sus laberínticas callejuelas. De aquí pillamos un autobús hasta Qinghua, situada en un formidable enclave natural y cuyo punto más famoso es el Puente del Arcoiris. Y como punto final, una de las dos aldeas de la región llamadas Likeng (aunque los caracteres son diferentes), de difícil acceso pero que merce la pena visitar. Por un poco no nos quedamos aquí tirados, sin transporte público, de no ser por el chofer de un autobus turístico que accedió a llevarnos. Bonito gesto (y bonitos yuanes que se llevó también el colega), porque los taxistas no estaban pidiendo un riñón y parte del bazo por el trayecto hasta Wuyuan.


Callejones en Sixi Yancun


Puente del Arcoiris en Qinghua


Estampa de Likeng


Otra vista de Likeng

Lo que nos ocurrió en Likeng, quedándonos colgados sin autobuses de vuelta a las 3 de la tarde, es un ejemplo de que no es para nada fácil moverse de pueblo en pueblo por esta región. Si no se dispone de vehículo propio, pillar un taxi (como hicimos el primer día) no es una mala opción, previo regateo claro está, o alquilar los servicios de uno de los muchos motoristas que pululan cerca de las estaciones de autobús. En cuanto a lo de hacer dedo, esto es algo que no se estila mucho aquí en China, y si alguien para a recogeros, que sepáis que os va a pedir dinero de todas formas.







Solo fueron dos días, sin parar apenas eso si, pero mereció la pena la escapada. La única pega es que para entrar a los pueblos hay que pagar una tasa de 60 yuanes, todo sea por el desarrollo de la región (aunque a saber a que manos va a parar ese dinero), y la gran cantidad de grupos de turistas que rompen la magia del lugar, algo que ya veía venir. Pero si hay una cosa con la que me quedo de este viaje, es el darme cuenta de lo suelto que voy ya con el mandarín. Y es que tener que ir solventando diferentes situaciones (preguntar por precios, regateos, direcciones, pedir platos, etc.), no solo para mí sino para tres personas más, en una zona donde no habla inglés ni Perry, supone una buena prueba de fuego para practicar, y por los resultados obtenidos, se puede decir que no fue nada mal. Las horas de estudio, entre tonos y caracteresm están empezando a dar sus frutos.




“Si quieres un año de prosperidad, siembra semillas.
Si quieres diez años de prosperidad, planta árboles.
Pero, si quieres un siglo de prosperidad y progreso, educa personas.”