martes, 28 de febrero de 2012

Sin flores en la alfombra

Había mucha expectación este año en China en torno a los Oscar, cuya ceremonia anual se celebró este pasado domingo. La superproducción “Las flores de la guerra” dirigida por el aclamado Zhang Yimou, y protagonizada por Christian Bale, era la candidata china al galardón de mejor película de habla no inglesa. Se esperaba mucho de esta controvertida película que tanto ha dado que hablar tanto dentro como fuera del país asiático, pero que al final no consiguió ni siquiera la nominación para la final. Otro varapalo más en la relativamente reciente historia del cine chino en los premios de la Academia de Hollywood, aunque esta vez el batacazo ha sido más sonado si cabe después de la gran inversión económica realizada y el éxito cosechado en taquilla. Otra vez será.


Parte del elenco de "Flores de la guerra"

Desde su primera participación, allá por el año 1979, China ha enviado películas para competir en el certamen de los Oscar en todas sus ediciones, sin conseguir premio alguno por el momento. Los máximos logros alcanzados fueron las dos nominaciones conseguidas, precisamente por Zhang Yimou. La primera, con la película 菊豆 (Ju Dou), traducida al español como “Semilla de crisantemo”, un drama que transcurre en la China rural de principios del siglo XX, estrenada en 1990. En esos momentos, el cine chino era algo todavía “exótico”, con historias sencillas y con contenido. No tenía nada que ver con el estilo más occidental de proyección internacional, donde priman los efectos visuales, que se le empezó a dar a partir del año 2000, con películas como “Hero”, con la que China consiguió su segunda nominación.


Secuencia de "Hero"

Os estaréis preguntando que pasó entonces con “Tigre y Dragón”, esa película en la que aparecían chinos milenarios haciendo acrobacias espectaculares por los aires y dándose de leches. Por supuesto que fue un bombazo y que acumuló montones de premios (cuatro estatuillas y varias nominaciones, entre ellas a la mejor película), pero no representaba a China, sino a Taiwan, aunque el idioma seguía siendo el mandarín y seguro que muchos chinos de la República Popular lo celebraron como un éxito propio. En cuanto al cine de Hong Kong, también compite por separado en los Oscar. En su caso, también ha conseguido dos nominaciones con dos clásicos del cine oriental, “La linterna roja” (1991), también dirigida por Zhang Yimou, y ·”Adiós a mi concubina” (1993), de Chen Kaige.


Esas escenas entre bosques de bambú, míticas

De todas maneras, aunque se quedara sin nominación, China ha estado presente en esta última ceremonia representada por la guapísima Li Bingbing, primera actriz china invitada a la gala en toda la historia del certamen. Además, un grupo de acróbatas de la provincia de Shandong amenizó la velada con una espectacular actuación.


Divina

Me gustaría acabar esta entrada, inaugurando una pequeña sección que me gustaría poder ir manteniendo, dedicada a los que como yo estudiamos chino, compartiendo algunas palabras y expresiones relacionadas con el tema. Por ejemplo:

Oscar- 奥斯卡 (ào sī kǎ)
premio- 奖 (jiǎng)
alfombra roja- 红 地毯 (hóng dìtǎn)
nominación- 提名 (tímíng)
mejor...- .最佳 .. (zuì jiā )
...película- 影片 (yǐngpiàn )
...actor- 男主角 (nán zhǔjiǎo)
...actriz- 女主角 (nǚ zhǔjiǎo )
...director (de cine)- 导演 (dǎoyǎn)


"El jade necesita ser tallado para ser una gema."

jueves, 23 de febrero de 2012

Bangkok, pasen y vean



Y finalmente, tres semanas de viaje después, regresé a Bangkok para disfrutar los últimos días del viaje. Ciudad de los ángeles, llamada por los locales, la ciudad de las sonrisas según otros, la que nunca duerme, donde el placer y la diversión no tiene límites, cautivadora, frenética, un cúmulo de estímulos y sensaciones sin igual. Tradicional a la vez que transgresora, la capital de Tailandia es apreciada por todo tipo de viajeros, desde los que buscan tesoros culturales, cobijados por despampanantes templos y palacios, hasta los más fiesteros, con locales de copas y discotecas abiertas hasta las tantas. No hay quien escape al embrujo de este increíble lugar, a pesar de que a primera vista nos pueda resultar caótica.


Callejuela en Chinatown


Templo de Wat Traimit





Para el budismo, religión que profesa un 95% de los tailandeses, algunos de sus principales y más venerados lugares sagrados se encuentran en el área de Ko Ratanakosin. Aquí se encuentra, por ejemplo, Wat Pho, el templo más grande y más antiguo de Bangkok, el cual visitamos el primer día. Acoge más de mil estatuas de buda, aunque la principal es la del Buda reclinado, de 46 metros de largo y 15 de alto, bañada en oro. Además, el complejo es sede de una de las escuelas de masajistas más antiguas del país, donde se sigue enseñando el tradicional masaje tailandés, uno de los más populares del mundo.







Otro de los conjuntos arquitectónicos que no pueden faltar en una visita a Bangkok, también en la zona de Ko Ratanakosin, es el Gran Palacio Real, en cuyo recinto se halla el Wat Phra Kaew, o templo del Buda Esmeralda. Ambos merecen una mañana entera para disfrutarlos. Hubo un tiempo en que este palacio fue la residencia real oficial, pero hoy día solo se usa para ceremonias muy especiales. La familia real reside actualmente en el palacio de Chitlada, más alejado de la zona turística.


Con pantalón largo, que me dieron en la entrada (no se puede entrar con pantalón corto)





A propósito del rey de Tailandia, es el jefe de Estado que mayor tiempo lleva gobernando un país, exactamente desde 1946. Su retrato está presente en todas partes, y su figura se honra como si fuera un dios. Cualquier insulto o crítica a su persona puede conllevar hasta penas de 15 años de prisión. Incluso pisar un billete o moneda en Tailandia (donde aparece la efigie del rey) puede considerarse delito. Así mismo, otro símbolo nacional como es el himno, relacionado también con la monarquía, suele sonar en lugares públicos a determinadas horas del día, y todo el mundo debe quedarse parado hasta que termine. A mi me pilló una de las emisiones en la estación de tren al llegar de Nong Khai. Alucinante el ver como todo el mundo para lo que está haciendo y se queda erguido mientras que la música suena.







La metrópolis de Bangkok tiene montones de lugares para pasar el rato. A nosotros se nos hicieron muy cortos los 3 días que echamos allí. Entre los puntos por los que tuvimos la suerte de pasar está el templo de Wat Saket, en lo alto de la Montaña Dorada, una colina desde cuya cima se pueden divisar unas buenas vistas de la ciudad. Otro sitio interesante es la orilla opuesta del rio Chao Phraya, cerca del templo Wat Arun, un área estupenda para pasear, ya sea a pie o en bicicleta. En cuanto a las compras, hay muchos mercados, pero entre todos destaca el de Chatuchak (abierto solo los fines de semana), donde se puede encontrar casi de todo.


Vistas desde la terraza de Wat Saket


Puesto en el mercado de Chatuchak


Paseo en la ribera del Chao Phraya

Para todos aquellos crápulas, amantes de la noche, y viciosos en general, Bangkok es uno de los lugares más propicios para hacer posible sus más ocultas perversiones. Por un lado están los llamados “Go go bars”, en el distrito de Patpong, en los que atractivas chicas y algún que otro “ladyboy” (chicas que nacieron hombre) hacen las delicias de los visitantes ejecutando los más variados números. Quizás el más cacareado y comentado sea el del ping pong, donde una señorita ejercita su musculatura vaginal lanzando pelotas al respetable. La mayoría de estos locales suelen ser una trampa para turistas, que acaban pagando facturas astronómicas. Por otra parte, están los locales de masajes, muchos de los cuales no son más que burdeles encubiertos, igual que suele ocurrir en China, aunque aquí los anuncios son mucho más explícitos y menos escondidos. Yo, por mi parte, no fui más lejos de una noche de cerveceo y mojitos por los baretos del distrito de Sukhumvit (me encantó el Cheap Charlie´s), paso de turismo sexual.






Sex-shop callejero

Y esto es todo amigos. Este fue el broche final para una gran aventura que empezó y finalizó en el mismo lugar. Espero que a los que tenéis en mente un viajecito por estas tierras os sirva de algo, y a los que no, que al menos os mueva un poco el gusanillo viajero y lo alimentéis pronto, ya sea en el Sudeste asiático, el Noroeste colombiano, o las Hurdes. A partir de la siguiente entrada toca volver a comentar lo que se va cociendo por China, se acabó el rememorar batallitas mochileras, al menos por esta vez.



"Si me quieres, acéptame con todas las consecuencias."

Proverbio tailandés

lunes, 20 de febrero de 2012

Laos, donde el tiempo se tomó un respiro (II)



Tragarse más de 10 horas de autobús nocturno, desde luego no es nada agradable. Pero si encima pasamos este tiempo en la carretera que va desde Vientiane, la capital de Laos, hacia el norte, el sufrimiento se triplica. Ya teníamos experiencia con la mala calidad de las carreteras en este país, con tramos sin asfaltar y miles de socavones, pero en esta parte del trayecto había que sumarle la gran cantidad de curvas y rampas que atravesamos. Por supuesto, no pudimos pegar ojo en toda la noche, pero al llegar a nuestro destino, todo el malestar se desvaneció en pocos minutos. Habíamos llegado a Luang Prabang, considerada una de las ciudades más bellas y fascinantes de todo el Sudeste asiático, patrimonio de la Humanidad, el merecido premio después de tanta paliza en forma de bache y nubes de polvo.




Uno de los muchos puestos de zumos, a los que me enganché



Los tesoros con que la antigua capital del reino de Laos agasaja al viajero son muy variados. Por un lado, hay bastantes atractivos culturales, como el museo del palacio real y algunos monasterios interesantes desperdigados a lo largo y ancho de la ciudad, como Wat Xieng Thong y Wat Wisunalat, el más antiguo. De construcción más reciente son los templos de Phu Si, en la colina del mismo nombre, desde cuya cima se puede presenciar una maravillosa puesta de sol (con permiso de las nubes). Para complementar la oferta cultural, Luang Prabang acoge numerosos bares y restaurantes para todos los gustos, aunque nuestro lugar favorito era el puesto de comidas del mercado nocturno, donde por 10.000 kips (un euro) puedes comer todo lo que te quepa en un plato. En cuanto a baretos, os recomiendo unas copichuelas en el bar Utopia, imprescindible.




Vista desde la colina de Phu Si




Bufé laosiano

Una de las mejores cosas que tiene Luang Prabang es que desde aquí se pueden programar interesantes excursiones por sus alrededores. Nosotros nos decantamos por visitar las cataratas de Tad Sae, a las que se llega después de un corto pero bonito recorrido en barca por el río. La excursión también incluía, por cierto, un paseo en elefante. Era la primera vez que me subía a uno de estos animales y la experiencia a punto estuvo de resultar nefasta por la culpa de un perrillo que apareció en mitad del sendero, y que asustó al pobre paquidermo, que empezó a correr. De no haber sido por la maña del mahout (el conductor del elefante), nos hubiéramos pegado un buen piñazo. Recorridos programados aparte, también es posible realizar senderismo por cuenta propia por la zona de Chomphet, en la otra orilla del Mekong.




Uno de los senderos cerca de las cataratas



Bajando de nuevo hacia Vientiane, hicimos un alto en otro de los lugares de paso obligado que todo mochilero debería hacer en su viaje por Laos. Me refiero a Vang Vieng, un pueblecito a las orillas del rio Nam Song, plagado de bares en los que solo emiten “Friends” o “Padre de familia” para los ojos absortos y resacosos del visitante de turno, en su mayoría procedente de Australia y Estados Unidos, y cuyo perfil típico es el del universitario que ha acabado las clases y está deseoso de ponerse hasta el culo de todo. Y es que el principal foco de atracción de este sitio es la farra. Por la mañana y mediodía, apenas se oye un alma, pero al caer la noche todo es juerga y despendole en los chiringuitos que hay en una de las islas del río. Es como si de repente te plantaras en Ibiza, así por las buenas, con personajes de todo tipo, la mayoría puestos hasta las cejas, con los que compartimos la noche más salvaje de todo el viaje con diferencia. Para los más tranquilotes, también es posible darse una caminata por los campos de arroz de los alrededores y visitar algunas cuevas.




Los alrededores me recordaron mucho a los que vi en Guanxi, al sur de China



Pero si por algo es famoso Vang Vieng en el mundo entero es por el “tubing”. ¿En qué consiste esto? Pues simplemente se trata de tirarse río abajo subido a un flotador, haciendo de vez en cuando un alto en cualquiera de los baretos dispersos por el camino, lo que hace la actividad aún más entretenida si cabe (de hecho, si no es por esto, a las dos horas ya nos hubiésemos hartado). Para incrementar el nivel de diversión, algunos bares disponen de tirolinas y toboganes para que la gente haga un poco más el gamba si cabe. No quisimos jugárnosla con las cámaras (las bolsas impermeables que se pueden comprar en cualquier tienda no me inspiraban suficiente confianza), así que no dispongo de ningún material audiovisual propio para mostraros. Aquí os dejo uno de los muchos videos que rulan por el Youtube, para que os hagáis una idea de lo que experimentamos aquel día. Y es que no solo de templos, aldeitas rurales y riachuelos vive el mochilero.



Tras regresar a Vientiane, cogimos otro autobús que en hora y media nos dejó en el paso fronterizo de Nong Khai, donde tomamos el tren nocturno hacia Bangkok, el punto final de nuestro viaje. Estos últimos días en Laos habían servido para ir tomando carrerilla y pillar con ganas la capital tailandesa, donde volvimos a pasarlo en grande. Más detalles en la próxima entrada.



“Escucha con una oreja; sospecha con la otra.”

Proverbio laosiano

jueves, 16 de febrero de 2012

Laos, donde el tiempo se tomó un respiro (I)



Laos, uno de los países más pobres del Sudeste asiático, no cuenta con ningún lugar especial en su geografía que atraiga hordas de viajeros, tal y como ocurre en Camboya con Angkor, por ejemplo. Tampoco cuenta con una infraestructura turística suficientemente desarrollada que facilite el transporte ni una red de servicios que garanticen la comodidad durante el viaje. Aún así, hay algo en este país que invita a aventurarse en él y prolongar la estancia más de lo previsto. Serán sus paisajes naturales, o la amabilidad y sencillez de sus gentes y su forma tan relajada de vivir la vida, o la relativa pureza de algunos de sus rincones (este país se ha abierto al turismo desde hace sólo una década), o el café... Lo que está claro es que mi recorrido por Laos, de Sur a Norte, no me defraudó lo más mínimo, aunque reconozco que el camino no estuvo exento de complicaciones, algo esencial en cualquier aventura.


Paso fronterizo no oficial entre Camboya y Laos


Paisaje en la isla de Don Khon, en el Mekong




El sawngthaew, transporte típico local, que hace las veces de autobús de línea, todo una experiencia

El primer destino al que accedí, una vez cruzada la frontera, fue la región de Si Phan Don (las 4000 islas), en el río Mekong. Llegando al embarcadero de Nakasang, tomé una barcaza que me dejó en la isla de Don Det, un encantador lugar donde pasar un rato agradable paseando, ya sea a pie o en bicicleta, disfrutando de los paisajes y apreciando la vida cotidiana de sus habitantes. Cruzando un antiguo puente construido por los franceses durante la época colonial se llega a la isla de Don Khon, más extensa, y con algunas playitas donde pegarse un baño. También hay unas cataratas al sur de la isla que merecen la pena visitar. Otra de las actividades más populares consiste en alquilar una barca e irse a ver delfines de río.

Un poco más al norte de Si Phan Don está el pueblecito de Champasak, antigua capital del reino de Laos, y que actualmente es una pequeña aldeita con dos calles. Su principal lugar de interés son las ruinas de Wat Phu, del mismo estilo que los templos de Angkor. Como no contaba con mucho tiempo por allí, dejé de lado las ruinas y me decanté por darme paseos de una punta a otra del pueblo. Fue aquel día cuando aprendí mi primera (y única) palabra en laosiano, sabaidi, el saludo principal, el cual no dejaría de escuchar y decir a lo largo de mi estancia por estas tierras.








Calle principal de Champasak en hora punta

De Champasak tomé un autobús mañanero hasta Pakse, a unas dos horas de camino, donde me encontraría con Job. Tras una vueltecilla por la ciudad, nos salimos un poco del itinerario sur-norte planeado, para visitar Tad Lo, un apacible pueblecito al este de Pakse, rodeado de bosques, refrescantes riachuelos y cascadas, base de operaciones para explorar la zona conocida como Bolaven Plateau, famosa por sus plantaciones de café y su belleza paisajística. Es el lugar ideal para darse un respiro y coger fuerzas antes de proseguir la marcha hacia el norte. Aparte de Tad Lo, hay otros rincones dispersos por toda la región, dignos de visitar si se cuenta con un poco más de tiempo y medio de transporte propio.


Cementerio budista en Pakse


Paisaje en Tad Lo, de postal





Durante el trayecto hasta Savannakhet, en el centro de Laos, empezábamos a notar en nuestras carnes las penalidades que conlleva viajar en autobús en este país. Aparte del lamentable estado de las carreteras y la sobrecarga de pasajeros y equipaje (llegué a ver como metían una moto en el maletero, por ejemplo), el conductor hace paradas cada dos por tres, algunas inesperadas, en las que todos los pasajeros aprovechan para bajar a hacer sus necesidades, sin importar cuanto se pueda tardar. Así es la vida en Laos, relajada, calma, sin agobios. Una vez en Savannakhet, a orillas del Mekong, salimos a dar una vuelta por sus calles, contemplando sus edificios de estilo colonial, algunos ya muy destartalados, pero siguen conservando cierto encanto. Una ciudad muy recomendable para hacer una paradita entre sur y norte.


¿Sobrepeso? Anda ya






Escuela de monjes

El día siguiente de Savannakhet fue el peor con diferencia, ya que lo pasamos enteramente en autobús, primero hasta Vientiane, la capital, y seguidamente un nocturno hasta Luang Prabang, la joya del viaje. Ya os seguiré contando sobre este sitio y más del norte de Laos en la próxima entrada, manténgase atentos a sus pantallas.



"Si te gustan las cosas fáciles, tendrás dificultades; si te gustan los problemas, entonces tendrás éxito."

Proverbio laosiano