jueves, 16 de febrero de 2012

Laos, donde el tiempo se tomó un respiro (I)



Laos, uno de los países más pobres del Sudeste asiático, no cuenta con ningún lugar especial en su geografía que atraiga hordas de viajeros, tal y como ocurre en Camboya con Angkor, por ejemplo. Tampoco cuenta con una infraestructura turística suficientemente desarrollada que facilite el transporte ni una red de servicios que garanticen la comodidad durante el viaje. Aún así, hay algo en este país que invita a aventurarse en él y prolongar la estancia más de lo previsto. Serán sus paisajes naturales, o la amabilidad y sencillez de sus gentes y su forma tan relajada de vivir la vida, o la relativa pureza de algunos de sus rincones (este país se ha abierto al turismo desde hace sólo una década), o el café... Lo que está claro es que mi recorrido por Laos, de Sur a Norte, no me defraudó lo más mínimo, aunque reconozco que el camino no estuvo exento de complicaciones, algo esencial en cualquier aventura.


Paso fronterizo no oficial entre Camboya y Laos


Paisaje en la isla de Don Khon, en el Mekong




El sawngthaew, transporte típico local, que hace las veces de autobús de línea, todo una experiencia

El primer destino al que accedí, una vez cruzada la frontera, fue la región de Si Phan Don (las 4000 islas), en el río Mekong. Llegando al embarcadero de Nakasang, tomé una barcaza que me dejó en la isla de Don Det, un encantador lugar donde pasar un rato agradable paseando, ya sea a pie o en bicicleta, disfrutando de los paisajes y apreciando la vida cotidiana de sus habitantes. Cruzando un antiguo puente construido por los franceses durante la época colonial se llega a la isla de Don Khon, más extensa, y con algunas playitas donde pegarse un baño. También hay unas cataratas al sur de la isla que merecen la pena visitar. Otra de las actividades más populares consiste en alquilar una barca e irse a ver delfines de río.

Un poco más al norte de Si Phan Don está el pueblecito de Champasak, antigua capital del reino de Laos, y que actualmente es una pequeña aldeita con dos calles. Su principal lugar de interés son las ruinas de Wat Phu, del mismo estilo que los templos de Angkor. Como no contaba con mucho tiempo por allí, dejé de lado las ruinas y me decanté por darme paseos de una punta a otra del pueblo. Fue aquel día cuando aprendí mi primera (y única) palabra en laosiano, sabaidi, el saludo principal, el cual no dejaría de escuchar y decir a lo largo de mi estancia por estas tierras.








Calle principal de Champasak en hora punta

De Champasak tomé un autobús mañanero hasta Pakse, a unas dos horas de camino, donde me encontraría con Job. Tras una vueltecilla por la ciudad, nos salimos un poco del itinerario sur-norte planeado, para visitar Tad Lo, un apacible pueblecito al este de Pakse, rodeado de bosques, refrescantes riachuelos y cascadas, base de operaciones para explorar la zona conocida como Bolaven Plateau, famosa por sus plantaciones de café y su belleza paisajística. Es el lugar ideal para darse un respiro y coger fuerzas antes de proseguir la marcha hacia el norte. Aparte de Tad Lo, hay otros rincones dispersos por toda la región, dignos de visitar si se cuenta con un poco más de tiempo y medio de transporte propio.


Cementerio budista en Pakse


Paisaje en Tad Lo, de postal





Durante el trayecto hasta Savannakhet, en el centro de Laos, empezábamos a notar en nuestras carnes las penalidades que conlleva viajar en autobús en este país. Aparte del lamentable estado de las carreteras y la sobrecarga de pasajeros y equipaje (llegué a ver como metían una moto en el maletero, por ejemplo), el conductor hace paradas cada dos por tres, algunas inesperadas, en las que todos los pasajeros aprovechan para bajar a hacer sus necesidades, sin importar cuanto se pueda tardar. Así es la vida en Laos, relajada, calma, sin agobios. Una vez en Savannakhet, a orillas del Mekong, salimos a dar una vuelta por sus calles, contemplando sus edificios de estilo colonial, algunos ya muy destartalados, pero siguen conservando cierto encanto. Una ciudad muy recomendable para hacer una paradita entre sur y norte.


¿Sobrepeso? Anda ya






Escuela de monjes

El día siguiente de Savannakhet fue el peor con diferencia, ya que lo pasamos enteramente en autobús, primero hasta Vientiane, la capital, y seguidamente un nocturno hasta Luang Prabang, la joya del viaje. Ya os seguiré contando sobre este sitio y más del norte de Laos en la próxima entrada, manténgase atentos a sus pantallas.



"Si te gustan las cosas fáciles, tendrás dificultades; si te gustan los problemas, entonces tendrás éxito."

Proverbio laosiano

2 comentarios:

  1. Hola Paco!
    !Que lugar tan tranquilo!
    De verdad que este planeta está provisto de paisajes paradisíacos por doquier.
    Gracias por compartir esas fotos, amigo!

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  2. Ya te digo Haylen, tranquilísimo, y la gente sin agobios y sin agobiar. Pero bueno, Costa Rica tampoco tiene mucho que envidiarle ;)

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