viernes, 13 de enero de 2012

Volando voy, volando vengo

Mediados de enero, como cada año millones de chinos se preparan para volver a casa y celebrar el año nuevo. Son estos unos días de locura en lo que a desplazamientos se refiere, con colas interminables en las estaciones de transporte, gente corriendo desenfrenada a trompicones cargada de maletas, júbilo de los que se reencuentran y lágrimas de los que se quedan sin billete. Aquí en el campus, esto ya se ha quedado prácticamente vacío, parece el escenario de una película apocalíptica. Una imagen inusual en un lugar tan habitualmente animado y lleno de gente.



Yo esta vez he pasado de complicarme la vida como el año pasado, y he optado por pillar el avión y pirarme lejos de aquí, concretamente al Sudoeste Asiático, en busca de calorcito. Este domingo salgo junto a un colega ucraniano hacia Bangkok, capital de Tailandia, y desde allí iremos directamente hacia Camboya, a visitar al menos los famosos templos de Angkor y la capital, Phnom Penh. Tras esta etapa, empezaremos el recorrido por Laos (donde volveré a encontrarme con el gran Job), de sur a norte, hasta llegar a Luang Prabang. Por último, cogeremos un tren desde Vientiane (Laos) hasta Bangkok, donde pasaremos los últimos días del viaje antes del regreso. En total estaremos fuera unas 3 semanas. La cosa promete.


Nuestro itinerario

Así que durante los próximos días estaré ausente del blog, aunque iré informando a través del “caralibro” si las circunstancias me lo permiten. No quería despedirme sin comentaros una feliz noticia: mi pareja ucraniana ha conseguido trabajo como profesora de música en Jinhua, a unas dos horas de Shaoxing. Si todo sale bien con el visado y demás, debería estar aquí a mediados del mes que viene. El año no podía empezar de mejor manera.


¡Nos vemos a la vuelta!


Haz feliz a aquellos que están cerca, y quienes están lejos llegarán.

domingo, 8 de enero de 2012

"Fragante camino", aprobada

En estos últimos días de semestre académico, mi principal entretenimiento, aparte de corregir los exámenes finales, ha sido analizar y traducir los nombres chinos de mis estudiantes. Este año me propuse utilizarlos en lugar de los nombres españoles que, o bien les asignan o eligen ellos mismos, pero finalmente acabé decantándome por estos últimos. Más que nada se trata de agilizar la comunicación en clase y además evitar posibles meteduras de pata, las cuales me consta que he cometido más de una vez, por las risitas de mis alumnos. Y es que al hablar chino hay que tener mucho cuidado con la fonética. Uno puede cambiar el significado completo de una palabra solamente porque un tono está mal pronunciado. Es como si a mí me llaman “matojo de rábanos” en lugar de Paco. Hombre, algo si que me mosquearía. De todas maneras, aunque ya apenas los use, no quiero dejar estos nombres chinos de lado, ya que su significado y origen me llaman mucho la atención, y espero que en el futuro pueda usarlos con normalidad y sustituir los españoles.


Y es que me sigue pareciendo raro llamarles Aurora y Fernando, por ejemplo

Lo primero que hay que tener en cuenta es que en China el apellido se pone delante del nombre, el cual suele estar compuesto por dos o tres caracteres (muy raramente de tres). Los apellidos se transmiten de generación en generación y su origen se pierde en la noche de los tiempos. Muchos tiene un significado concreto, aunque no es algo que los padres puedan elegir como pasa con los nombres que, normalmente reflejan algún deseo para sus vástagos. Así, predominan caracteres que hacen referencia a virtudes y cualidades, ya sean relativas al vigor o a la fuerza en el caso de los chicos, o a la belleza en las chicas. También hay una gran cantidad de nombres de flores y piedras preciosas, así como fenómenos atmosféricos. Luego hay nombres de chica singulares como 佳男(jiā nán), que viene a significar algo así como “buen hombre”. Imagino que es lo que los padres quieren para su hija en el futuro.

He conocido también personas cuyo nombre refleja un acontecimiento concreto que ocurre en el momento del parto, como el de mi amiga y ex-profesora de chino Qiu Yan (秋燕), formado por los caracteres 秋(qiū) “otoño”, y 燕 (yàn), “golondrina” . Al parecer, ella nació en esta época del año y el día de su nacimiento, una golondrina vino a posarse en el alfeizar de la ventana del hospital donde veía el mundo por primera vez. Bonito, ¿verdad?



Para los chinos, el escoger un nombre para sus hijos no es algo frívolo y trivial, que se pueda decidir en un momento. Al contrario, es algo que reviste una gran importancia, ya que se cree que un nombre apropiado podrá atraer éxitos y fortuna en la vida. Para la elección se exige a veces la cooperación de personas especializadas en esta tarea que, basándose en diferentes factores, “bautizan” al neonato. Entre otras cosas, se tiene en cuenta la fecha de nacimiento, la estación del año, el número de trazos de los caracteres, el sonido, y por supuesto el significado. Un arduo y complicado proceso que no se puede resolver en una tarde mientras se echa una partida de mahjong.



A finales del pasado semestre, la susodicha “golondrina otoñal” me ayudó a diseñar mi propio nombre chino. No es otro que 付西鹏 (fuxipeng), donde 付 () es el apellido, que recuerda a la inicial de mi nombre español (Francisco), 西 () es Oeste, y 鹏 (péng) es el nombre de un gigantesco pájaro mitológico. Así quedaría como “el pájaro gigante que vino del Oeste”. Otro día explicaré el porque de los nombres españoles de mis alumnos, tampoco fruto de la casualidad.



¿Quien puede ponerle nombre y apellidos al infinito?

miércoles, 4 de enero de 2012

En buenas manos

Hacer deporte es bueno para la salud, eso lo sabe todo el mundo, pero en ocasiones un mal movimiento puede desencadenar consecuencias nefastas. Eso fue lo que me ocurrió casi finalizando el año pasado, al intentar levantar unas pesas. El aparato se quedó encasquillado y al hacer más fuerza de la cuenta, me pego un calambrazo en la columna que me dejo K.O. y casi sin poder agacharme. Un colega me recomendó visitar algún masajista chino para que me echara un vistazo, y allá que fui. La primera vez me decanté por probar la llamada técnica de masaje con ventosas (Bá Guàn en chino), que consiste en aplicar una especie de vasos de cristal, cuyo interior se calienta previamente con fuego, en diversas partes de la espalda. El calor crea un efecto de vacío de aire en el interior del vaso lo que provoca una succión de la piel, atrayendo la sangre hacia los tejidos periféricos del cuerpo. El tratamiento dura muy poco, unos 20 minutos, durante los cuales uno reposa de esta guisa:



La técnica de las ventosas se emplea en China desde hace más de 3000 años y se ha demostrado que su aplicación reporta importantes beneficios en el sistema nervioso y musculo-esquelético. Este método sirve para reducir los dolores musculares y se recomienda para tratar trastornos crónicos como la artrosis o el lumbago. Además, la acción de las ventosas elimina las toxinas del organismo y limpia la sangre, creando al mismo tiempo una gran sensación de bienestar. A nivel estético, también se utiliza para eliminar la celulitis. La técnica de las ventosas no es para nada dolorosa, solo se siente un pequeño cosquilleo debido al calor de la copa, pero no quema en absoluto. La única pega, por poner alguna, es que se te queda la espalda como un Twister, pero con círculos de un solo color. Pero bueno, se van en 2 o 3 días.


Vaya manera de empezar el año

Después del tratamiento con las copas me sentí un poco mejor, pero aún me quedaba algo de dolor en la zona lumbar, y dos días después aposté por probar el tuina, el masaje tradicional chino, basado en la manipulación y presión de zonas corporales para aliviar el dolor. Este método se basa en los mismos puntos que se utilizan en la acupuntura, y su uso también se remonta a los inicios de la medicina china. Tras unos 40 minutos manoseando el área donde el dolor persistía, el masajista pareció haber descubierto donde estaba el epicentro del problema y concentró toda su energía en él. A partir de ahí es cuando empecé a ver las estrellas. Casi se me saltan las lágrimas del dolor, parecía como si un trailer me hubiese pasado por encima, pero definitivamente me sentí muchísimo mejor al levantarme de la camilla. Dos días después de la experiencia no siento ni pizca de dolor en la columna.



No hay que romperse mucho la cabeza para encontrar un buen masajista aquí en China, y a un precio excelente, pero también tengo que decir que existe mucho fraude, especialmente en las zonas más turísticas. Por otra parte, están los locales que ofertan masajes, pero no son más que burdeles encubiertos. Lo mejor es dejarse asesorar por algún local y no tentar a la suerte con este tipo de cosas. Yo ya he encontrado el mío particular en Shaoxing. Que maquina, me ha dejado como nuevo. De hecho, hoy mismo he vuelto a hacer ejercicio físico sin ningún problema. Las maravillas de la medicina china.



"Sin dolor no hay ganancia."