martes, 29 de julio de 2014

Aires de montaña



Cuando se vienen padeciendo altas temperaturas con un nivel de humedad de vértigo desde principios del verano, y unos niveles de polución que acojonarían hasta al Vengador Tóxico, ¿qué mejor lugar para escaparse que una estación de montaña? Esa fue la intención principal con la que llegué a Lushan, un parque natural Patrimonio de la Unesco en la provincia de Jiangxi, donde pasé un par de días, en contacto con la naturaleza y disfrutando de cielos azules los cuales hacía tiempo que no contemplaba de esa manera. Ojo, incluso llegué a ver estrellas por la noche. Hubiera pensado que había salido por un instante de China si no fuera por las hordas de chillones turistas que me encontré nada más llegar a Guling, el pueblecito donde se encuentran los alojamientos y al que se puede llegar en minibus desde la localidad de Jiujiang. Menos mal que el parque cuenta con varios circuitos alternativos para esquivar la bulla y sentirse por unos momentos en silencio, sin más ruido que el de los pajarillos y el viento de montaña.


Dentro del parque de Lushan hay diversos itinerarios que conectan puntos de interés, ya sea un mirador, un santuario en una gruta (como la Caverna del Inmortal) o una pagoda. En mi primera mañana me recorrí gran parte de los senderos oficiales y alguno que otro alternativo. Debido a las nubes, apenas pude gozar de las vistas y me tuve que conformar con visiones más cercanas. A pesar de dificultar la visibilidad, la niebla aportaba al camino cierto halo de misterio, lo que acrecentaba el interés de la visita.



Caverna del Inmortal
Desde el puente colgante, decidí tomar una variante, saliéndome de la ruta asfaltada, adentrándome de lleno en el bosque. El sendero estaba bien claro y definido aunque no tenía ni idea de hacia dónde me llevaría. Fui bordeando un arroyo dejando por el camino piscinas naturales de aguas cristalinas. El camino se fue haciendo más escarpado hasta que me topé con una presa que me cerraba el paso. Solo quedaban tres opciones, o meterme en las galerías de la presa e intentar salir por alguna escalerilla de emergencia (cosa que descarte por temor a que me pillara algún vigilante), o subir por una pared rocosa por la que bajaba una pequeña corriente de agua, o simplemente darme la vuelta y buscar otro atajo hasta la carretera principal, cosa que finalmente conseguí. Fueron unos momentos un poco estresantes pero que me transportaron a mi infancia y esas caminatas salvajes por el campo hasta llegar al Puente de Hierro (los que seáis de Córdoba, concretamente del barrio de Fátima, sabréis de lo que os hablo).




El segundo día me lo quise tomar con más calma, pero al final, como de costumbre, acabé caminando más, aunque esta vez si que pude recorrer lugares tranquilos, apartados de turistas posando y señalándome con el dedo (sí, era el único extranjero allí esos días, por lo que vi). Tras atravesar un solitario y frondoso bosque, llegué hasta el pabellón de Hanpo, en el que de nuevo las nubes me privaron de lo que prometían ser unas espectaculares vistas. Finalmente acabé en la antigua villa donde Mao Ze Dong y otros líderes chinos solían pasar sus vacaciones.



Hay que reconocer que Lushan no es exactamente el retiro espiritual lejos de la urbe que se espera, pero es un gran lugar para hacer algo de senderismo y pasar un rato fresquito antes de volver a la planicie.
Mi siguiente idea era viajar hacia Wuhan, para de allí coger un tren rumbo a Sichuan, pero el encuentro con una profesora de español oriunda de Zhengzhou, en la provincia de Henan, me hizo cambiar de planes. Me convenció de que allí había bastantes cosas para ver, así que preferí dejar la tierra de los pandas y el Huo Guo para otra ocasión con algo más de tiempo.

 Antes de cerrar la entrada, he aquí un vídeo grabado en Guling, donde aparecen algunos de esos elementos que hacen de China un lugar entrañable donde la vida no es tan desagradable como se pinta:




“No puedes reconocer la verdadera cara del monte Lushan desde dentro de las montañas.”

Algo de léxico
montaña: [shān]
naturaleza: 自然 [zìrán]
bosque: 森林 [sēnlín]
presa, embalse: 水库 [shuǐkù]



jueves, 24 de julio de 2014

Entre canales



Una vez retornado al calor (nunca mejor dicho) de mi hogar cordobés, después de haber pasado por retrasos aéreos, escalas eternas e incluso amenazantes tifones, me dispongo a disfrutar de unas merecidas y ansiadas vacaciones. Durante estos días, aparte de hincharme de gazpacho, jamón y otras delicias locales, aprovecharé para ir relatando lo que dio de sí el último viaje realizado por China, justo antes de partir.
La primera etapa fue Suzhou, ciudad donde ya había estado, para reunirme con Aria, la chica que me acogió en Wuhan, y dos amigas suyas taiwanesas que estaban también de viaje. Decidimos pasar un día visitando Zhouzhuang, a unos 38 kilómetros, una típica “water town” china, con sus puentes y canales al más puro estilo veneciano. Como era de esperar, el sitio estaba repleto de turistas locales, lo que deslucía en cierto modo la visita. Pese a todo lo pasamos bastante bien explorando este fantástico pueblecito.
Zhouzhuang está lleno de rincones pintorescos que uno puede ir descubriendo, ya sea a pie o en alguna de las barcas, cuyos timoneles entonan canciones tradicionales como reclamo para los turistas. Entre puente y puente, se pueden visitar algunos templos y antiguas residencias, algunas de tiempos de la dinastía Ming, como la casa de la familia Zhang. No es de extrañar que en nuestro camino nos topemos, no solo con fotógrafos en busca de la instantánea perfecta, sino también con pintores motivados por captar la belleza de esta localidad en sus lienzos.


Saliendo un poco del centro histórico se puede visitar la antigua mansión de Shen Wansan, un legendario millonario que vivió en la provincia de Jiangsu entre los siglos XIII y XIV. Se dice que logró reunir una enorme fortuna gracias a su ardid en los negocios, aunque existen leyendas que asocian su riqueza a una misteriosa olla que convertía en moneda de oro todo lo que se arrojaba a ella. Sea como fuera, las inversiones de Shen Wansan fueron de vital importancia en la economía de la provincia, llegando a apadrinar proyectos faraónicos como gran parte de las murallas que rodean Nanjing, la antigua capital de China.



Precisamente Nanjing fue mi siguiente destino, donde aproveché para visitar a Diego y Elena, dos de mis mejores estudiantes. Debido al chaparrón que cayó durante todo el tiempo que estuve allí y que ya había visto los principales puntos de interés de la ciudad, lo único que hice fue comer, descansar y prepararme para mi siguiente punto, Lushan, una estación de montaña que me recomendó Aria y de la que hablaré en la próxima entrada.


Las sillas de manos pasan por delante de la casa mientras las barcas pasan por detrás.


Algo de léxico
canal (de agua): 运河 [yùnhé]
barca: 划艇 [huátǐng]
puente: [qiáo]
magia, encanto: 魅力 [mèilì]

lunes, 14 de julio de 2014

Aquí seguimos



Finalmente, tras semanas de incertidumbre y dudas acerca de mi futuro inmediato, he conseguido firmar un nuevo contrato en China, esta vez en una escuela internacional en Shaoxing. A priori las condiciones son mejores que las anteriores y al menos a nivel profesional puede resultar más positivo y motivante que lo que he estado haciendo en estos últimos años. Los alumnos serán niños de entre 8 y 12 años, hijos de expatriados, mayormente de India y Oriente Medio. Tendré aulas compuestas de estudiantes procedentes de un total de 15 países, lo que supone un atractivo extra. No me cabe duda de que va a ser muy entretenido.


















Lo malo de estas últimas semanas es que, al tener que hacer un visado nuevo, he de esperar 20 días hasta volver a tener mi pasaporte, lo que me ha obligado a cambiar mi vuelo de regreso a España y gran parte de los planes que tenía para este verano. Como es sabido que mientras se viaja el tiempo parece pasar más rápido, decidí escaparme por ahí parte de esta espera y hacer un viajecito por China. La principal característica de esta salida ha sido la espontaneidad y la falta de planes; he ido decidiendo los destinos en función de la gente que me he ido encontrando, disfrutando simplemente el hecho de viajar en sí y salir de Shaoxing. Desde Zhouzhuang, un pueblecito de canales cerca de Suzhou, hasta Kaifeng, en la provincia de Henan, pasando por las montañas de Lushan, no ha habido tiempo para aburrirse.

Canales en Zhouzhuang
Puente colgante en Lushan

Si para algo ha servido este viaje, aparte de hacer más llevadera la espera del visado, ha sido para modificar un poco mis opiniones acerca de China y su sociedad. Es cierto que me he ido encontrando con los típicos inconvenientes que se suelen sufrir al viajar por este país… colas, aglomeraciones, empujones, etc, pero también he vuelto a percibir todo con una visión más tolerante e incluso me han agradado ciertos detalles que la gente ha tenido conmigo. Puede ser que en otras provincias el carácter de sus habitantes sea diferente, o bien que mi paciencia ha crecido súbitamente en los últimos días, o una mezcla de todo. Lo cierto es que he disfrutado como hacía tiempo que no lo hacía en cada punto que he visitado. Espero que esto me sirva de empujoncito para afrontar los dos años de contrato que me han ofrecido. Tengo la impresión de que todo va a ser más llevadero, aunque sigo pensando que este no es ni mucho menos el sitio donde quiero echar raíces.

Grutas de Longmen, en la provincia de Henan


Templo en Kaifeng
































A día de hoy, todavía me quedan tres días más antes de obtener mi visado y poder así regresar a Córdoba y disfrutar de mi tierra y el cariño de mi gente. Una vez vuelva y me asiente, iré colgando algunas entradas describiendo con más detalle las experiencias vividas en el último viaje. Os deseo unas felices vacaciones a los que ya la habéis empezado y nos seguimos leyendo.


Aquel que lo piensa mucho antes de dar un paso, se pasará su vida completa en un solo pie.

Algo de léxico
espera: 等待的时间 [děngdài de shíjiān]
reto: 挑战 [tiǎozhàn]
expectativas: 期望 [qīwàng]
casualmente: 随便  [suíbiàn]