Y finalmente, tres semanas de viaje después, regresé a Bangkok para disfrutar los últimos días del viaje. Ciudad de los ángeles, llamada por los locales, la ciudad de las sonrisas según otros, la que nunca duerme, donde el placer y la diversión no tiene límites, cautivadora, frenética, un cúmulo de estímulos y sensaciones sin igual. Tradicional a la vez que transgresora, la capital de Tailandia es apreciada por todo tipo de viajeros, desde los que buscan tesoros culturales, cobijados por despampanantes templos y palacios, hasta los más fiesteros, con locales de copas y discotecas abiertas hasta las tantas. No hay quien escape al embrujo de este increíble lugar, a pesar de que a primera vista nos pueda resultar caótica.
Callejuela en Chinatown
Templo de Wat Traimit
Para el budismo, religión que profesa un 95% de los tailandeses, algunos de sus principales y más venerados lugares sagrados se encuentran en el área de Ko Ratanakosin. Aquí se encuentra, por ejemplo, Wat Pho, el templo más grande y más antiguo de Bangkok, el cual visitamos el primer día. Acoge más de mil estatuas de buda, aunque la principal es la del Buda reclinado, de 46 metros de largo y 15 de alto, bañada en oro. Además, el complejo es sede de una de las escuelas de masajistas más antiguas del país, donde se sigue enseñando el tradicional masaje tailandés, uno de los más populares del mundo.
Otro de los conjuntos arquitectónicos que no pueden faltar en una visita a Bangkok, también en la zona de Ko Ratanakosin, es el Gran Palacio Real, en cuyo recinto se halla el Wat Phra Kaew, o templo del Buda Esmeralda. Ambos merecen una mañana entera para disfrutarlos. Hubo un tiempo en que este palacio fue la residencia real oficial, pero hoy día solo se usa para ceremonias muy especiales. La familia real reside actualmente en el palacio de Chitlada, más alejado de la zona turística.
Con pantalón largo, que me dieron en la entrada (no se puede entrar con pantalón corto)
A propósito del rey de Tailandia, es el jefe de Estado que mayor tiempo lleva gobernando un país, exactamente desde 1946. Su retrato está presente en todas partes, y su figura se honra como si fuera un dios. Cualquier insulto o crítica a su persona puede conllevar hasta penas de 15 años de prisión. Incluso pisar un billete o moneda en Tailandia (donde aparece la efigie del rey) puede considerarse delito. Así mismo, otro símbolo nacional como es el himno, relacionado también con la monarquía, suele sonar en lugares públicos a determinadas horas del día, y todo el mundo debe quedarse parado hasta que termine. A mi me pilló una de las emisiones en la estación de tren al llegar de Nong Khai. Alucinante el ver como todo el mundo para lo que está haciendo y se queda erguido mientras que la música suena.
La metrópolis de Bangkok tiene montones de lugares para pasar el rato. A nosotros se nos hicieron muy cortos los 3 días que echamos allí. Entre los puntos por los que tuvimos la suerte de pasar está el templo de Wat Saket, en lo alto de la Montaña Dorada, una colina desde cuya cima se pueden divisar unas buenas vistas de la ciudad. Otro sitio interesante es la orilla opuesta del rio Chao Phraya, cerca del templo Wat Arun, un área estupenda para pasear, ya sea a pie o en bicicleta. En cuanto a las compras, hay muchos mercados, pero entre todos destaca el de Chatuchak (abierto solo los fines de semana), donde se puede encontrar casi de todo.
Vistas desde la terraza de Wat Saket
Puesto en el mercado de Chatuchak
Paseo en la ribera del Chao Phraya
Para todos aquellos crápulas, amantes de la noche, y viciosos en general, Bangkok es uno de los lugares más propicios para hacer posible sus más ocultas perversiones. Por un lado están los llamados “Go go bars”, en el distrito de Patpong, en los que atractivas chicas y algún que otro “ladyboy” (chicas que nacieron hombre) hacen las delicias de los visitantes ejecutando los más variados números. Quizás el más cacareado y comentado sea el del ping pong, donde una señorita ejercita su musculatura vaginal lanzando pelotas al respetable. La mayoría de estos locales suelen ser una trampa para turistas, que acaban pagando facturas astronómicas. Por otra parte, están los locales de masajes, muchos de los cuales no son más que burdeles encubiertos, igual que suele ocurrir en China, aunque aquí los anuncios son mucho más explícitos y menos escondidos. Yo, por mi parte, no fui más lejos de una noche de cerveceo y mojitos por los baretos del distrito de Sukhumvit (me encantó el Cheap Charlie´s), paso de turismo sexual.
Sex-shop callejero
Y esto es todo amigos. Este fue el broche final para una gran aventura que empezó y finalizó en el mismo lugar. Espero que a los que tenéis en mente un viajecito por estas tierras os sirva de algo, y a los que no, que al menos os mueva un poco el gusanillo viajero y lo alimentéis pronto, ya sea en el Sudeste asiático, el Noroeste colombiano, o las Hurdes. A partir de la siguiente entrada toca volver a comentar lo que se va cociendo por China, se acabó el rememorar batallitas mochileras, al menos por esta vez.
"Si me quieres, acéptame con todas las consecuencias."
Proverbio tailandés
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