domingo, 23 de febrero de 2014

Malasia, lo mejor de cada casa

No estuve todo lo que hubiese deseado en Malasia, mi primera parada de este último viaje. Tan solo cinco días distribuidos en 3 ciudades diferentes: su capital, Kuala Lumpur, Melaka y Muar. La principal característica que captó mi atención es la diversidad cultural, étnica y religiosa del país. Además de la población malaya autóctona, de religión musulmana, existe un gran número de chinos e indios, especialmente tamiles, del sur de la India. En una misma calle puede uno llegar a encontrarse un templo hindú, otro chino, una mezquita, y alguna que otra iglesia católica. Lo mismo ocurre a nivel gastronómico, pudiendo probar exquisiteces de casi cualquier lugar de Oriente sin salir de un mismo barrio. Y todo con unas infraestructuras de buen nivel, en comparación con otros países de la zona, que hacen el viaje mucho más fácil. Sin duda el lugar ideal para alguien que nunca haya estado en Asia y quiera hacerse una idea de lo que ofrece cada región.

Mezquita en la Calle de los Templos (Melaka)
Puesto de dulces indios


Durante estos primeros días en Malasia me estuve alojando en casa de gente de Couchsurfing, que se portaron genial conmigo. En Kuala Lumpur, me acogió Alfred, un simpático señor de origen chino que me recomendó ir a las cavernas de Batu, en las afueras de la ciudad. Aquí tendría lugar el Thaipusam, un festival anual tamil en honor del dios Murugan. Aquí pude presenciar escenas y revivir sensaciones que me trasladaron mentalmente a mi etapa en la India. Los peregrinos deben recorrer a pie una distancia de 15 kilómetros hasta la cueva que aloja la imagen del dios. Algunos de ellos atraviesan su lengua y mejillas con agujas en señal de penitencia.




Después de la intensidad del Thaipusam, me fui en busca de un ambiente más relajado. Decidí darme una vuelta por la zona aledaña a las famosas torres Petronas, símbolo del proceso de modernización del país. Con sus 452 metros, copan el séptimo puesto en la clasificación de edificios más alto del mundo. El nombre de Petronas viene de una compañía malaya de combustibles, que tiene aquí su sede central. Aparte de este edificio, apenas vi nada más ese día, el único que pasé entero en la capital malaya.

Centro comercial en el interior de las torres


































































Tras Kuala Lumpur, mi segunda ciudad en el recorrido malayo fue Melaka, histórico asentamiento, patrimonio de la Humanidad, con importantes vestigios coloniales, tanto de los portugueses como holandeses y británicos. Aquí pasé dos noches repartidas entre la casa de Bernard, guía turístico, y su amiga Tarynn, todo ternura y simpatía. La parte antigua de la ciudad se puede recorrer fácilmente en un día. Entre sus monumentos y numerosos museos destacan la iglesia de San Pablo y la puerta de Santiago, único resto de la fortaleza construida por los portugueses en el siglo XVI.

Puerta de Santiago
Carricoches kitsch a la espera de clientes


En mi segundo día en Melaka, mi anfitriona Tarynn me llevó a la boda de un amigo, junto con otros extranjeros que también estaban de paso esos días. Después de haber pasado por India, no me extrañó en absoluto el poder acudir a una boda en la que no conozco a ninguno de los miembros de la pareja. Por lo visto, el traer algún extranjero a la boda, aquí también es algo que causa sensación, con lo que todo eran miradas de aprobación, empezando por los mismos novios que acogieron de muy buen grado la presencia foránea.


















































En Muar solo pasé un día, pero comí como si hubiera estado una semana. Mi anfitrión, un chaval chino llamado Jin, me hizo probar una a una las diferentes delicias locales, desde el otak-otak (una especie de pastel de pescado envuelto con hojas de banana) hasta el rojak (ensalada de frutas y verduras, mezclada con una salsa dulzona), terminando con un buen surtido de mariscos y pescado por la noche. Entre bocado y bocado, nos dimos una vuelta por el parque de Tanjung Emas, muy cerca del mar, con sus monetes sueltos haciendo de las suyas.

El otak-otak
Más papeo

Desde Muar tomé un autobús directo hacia Singapur, el cual me dejó en el paso fronterizo, bastante sencillo de franquear y sin aglomeraciones de viajeros. En un periquete había entrado a un país completamente distinto, aunque todavía con muchos distintivos comunes a lo que llevaba visto. Pero de ello ya hablaré en la siguiente entrada.








"La barca pasa, pero el río queda".
Proverbio malayo

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