Huyendo de las hordas de turistas y el tumulto propio de unas vacaciones que movilizan a casi todo el país, decidimos hacer una parada en Zhujiayu, una remota aldea cerca de la ciudad de Ji´nan. Un paraje rodeado de paisajes bucólicos, ideal para conocer esa China rural y tradicional, que intenta mantenerse al margen del acelerado progreso. La llegada al pueblo prometía, en plena noche estrellada, sin apenas gente en las calles (totalmente empedradas y sin asfalto) ni luces que las alumbraran. Pero, ya a la mañana siguiente pudimos comprobar que tan siquiera rincones perdidos como este escapan al turismo local, aunque el barullo no era ni mucho menos como en Qufu.
Para empezar a explorar Zhujiayu, subimos hasta el pabellón de Kuixing, un pequeño templo budista (aunque con elementos confucionistas)desde cuya terraza se divisan unas vistas buenísimas de la aldea y las colinas entre las que se halla. Otro punto importante de interés es la escuela primaria de Shanyin, cuyas salas se usan para exposiciones de objetos artesanales y herramientas tradicionales para trabajar el campo.
Interior de una de las salas del templo
Puerta principal de la escuela
Pero lo más atractivo del pueblo no son tanto sus edificios como el ambiente de tranquilidad (alterado de cuando en cuando por los grupos de visitantes) que se respira paseando por sus callejuelas. Además, quitando algún que otro vendedor ambulante insistente, la gente es muy afable y sencilla y, a pesar de las barreras idiomáticas, pudimos sentir su cordialidad y hospitalidad con el extranjero. Pero esto es algo que, por lo que llevo visto y oído, creo que se da en toda China, al menos en las zonas rurales como esta.
Uno de los momentos cumbres del día fue cuando nos detuvimos en una tasca a degustar las especialidades culinarias locales. La tapa estrella eran los escorpiones fritos, un manjar delicioso, “bocatto di cardinale”. El sabor me recordó al del pollo frito (que curioso, todos los platos raros acaban sabiendo a pollo). No contentos con la ración de arácnidos, pedimos otra, pero esta vez de saltamontes, algo más jugosos que los anteriores pero un poco más insulsos.
Que me perdonen los vegetarianos
No imagináis lo bien que entra esto con una “Lao Shan” bien fresquita
Nos ofrecieron una mantis religiosa de postre, pero estábamos ya muy llenos, así que pasamos
La visita a Zhujiayu nos dio para una mañana y poco más. Se estaba muy a gustito allí, pero teníamos ganas de seguir descubriendo Shandong, así que cogimos un tren rumbo a Qingdao, tercera y última parada de un viaje que quedará para el recuerdo.
"Busca una luz en lugar de estar maldiciendo eternamente la oscuridad"
me encanta tu blog *.* , yo también quiero viajar a china como lo haces tu ^^
ResponderEliminar"Todos los platos raros acaban sabiendo a pollo"... :-D ¡Qué risa! ¡Cuán sabias palabras!
ResponderEliminarCreo que voy a pasar de ir a visitarte, como se te ocurra darme de comer esas guarrerías... ;-)
Me alegra ver que sigues bien.
¡Un abrazo!
Sabía que con lo abierto que eres no te ibas a cerrar a comer insectos!!!!!
ResponderEliminarque valor tienes de meterte eso en la boca!!!!!!
ResponderEliminary esa mantis estaba viva no? de donde salio?
La mantis nos la trajo una niña y nos la puso en la mesa. Luego el dueño nos dijo algo, como que si queríamos nos la preparaba, pero nos negamos (porque estábamos ya llenos que si no también cae..)
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