Destino de lujo para comenzar mi segundo año en China. Nada más y nada menos que la capital, Beijing (o Pekín para los nostálgicos). Una enorme urbe, cruce entre la tradición y el progreso más descontrolado, que acoge a más de 19 millones de almas y buena parte de los principales puntos de interés del país. Aunque la primera impresión quizás pueda ser algo negativa, debido especialmente al denso tráfico, tanto de vehículos como de personas, y al manto de polución que cubre la ciudad, si uno le concede algo de paciencia se puede llegar a descubrir un sitio de lo más acogedor, con gente amable y hospitalaria (y que hablan el mandarín con claridad, no como en Shaoxing), y rincones mágicos, más allá de los que vienen en las guías turísticas. Aparte, la oferta culinaria es enorme y hay actividades culturales casi a diario. Este sitio engancha. A decir verdad, los 6 días que pasé allí se me hicieron muy cortos.
El metro en hora punta
El yogurt tradicional pequinés, no había día que no me comiera al menos uno
Voy a ir desglosando mi experiencia en la capital en diferentes entradas. Empezaré por el mismo centro de Beijing, justo en la plaza de Tiananmen, la más grande del mundo, y sus aledaños, concentrándome en la Ciudad Prohibida, uno de los lugares que no se pueden pasar por alto si uno visita China. Este conjunto de pabellones sirvió de residencia a los emperadores de las dinastías Ming y Qing y, a diferencia de otras joyas arquitectónicas, se salvó de las consecuencias de la infame Revolución Cultural liderada por Mao Zhe Dong, gracias a la intervención de su mano derecha, Zhou Enlai. En su interior se alojan diversas galerías con numerosas muestras del arte chino y elegantes jardines, aunque ya a estas alturas los tenga ya muy vistos, todo hay que decirlo.
Para visitar el complejo en su totalidad se requiere todo una mañana y parte de la tarde. En total son casi 1000 edificios, aunque no todos son accesibles para los visitantes. La parte principal la conforman las Tres Grandes Salas, destacando la sala de la Armonía Suprema, utilizada por el emperador para ocasiones especiales, como fiestas de cumpleaños y otras ceremonias. Más adelante, detrás de estos pabellones se encuentran los antiguos aposentos de los emperadores, sus esposas y concubinas. Antes de llegar a la puerta de la Divina Armonía, al norte, se halla el gran jardín imperial, con sus senderitos, sauces llorones, puentecillos y esas rocas amorfas con agujeros que a los chinos les gusta tanto.
Justo al salir por la puerta Norte, me fui directo a Jingshan, una colina desde cuya cima se divisa unas vistas geniales de la Ciudad Prohibida y del parque Beihai con su pagoda blanca sobresaliendo de entre los árboles. Allí me dirigí para dar un paseo y digerir todo lo que había visto en lo que llevaba de día.
Vista desde Jinshang
Parque Beihai
Mi siguiente parada fue la calle de Nanluoguoxiang, rodeada de hutongs, callejones estrechos, símbolo de lo que en su día fue la fisonomía típica urbana de la antigua Beijing. Es un verdadero placer darse una vuelta por estas callejuelas y observar la vida cotidiana de sus habitantes. Por desgracia, la mayoría se están viendo condenados al desalojo y al derrumbe en aras de la modernidad. Fue en esta zona donde me llevé la mayor sorpresa de la jornada, al descubrir un puesto de churros. Si, así escritos tal cual, "churros" (en chino lo traducen como "la ding guo", o "fruta latina). Por lo que he leído (gracias Chinochano), se trata de la idea de un empresario chino que se quedó prendado de tal delicia tras una visita a España y se le ocurrió exportar el producto a su país. Un puntazo y saben igual (aunque el chocolate lo importan de Japón, eso si).
Y para finalizar, uno de los rincones que más me gustaron y donde acabe mi primer y largo día visitando Beijing, la plazoleta entre la torre de la campana (a la izquierda) y la del tambor.
¡Hasta la próxima crónica!
“La puerta mejor cerrada es aquella que puede dejarse abierta.”
oye esta genial eh, que bien te lo montas, una pregunta,¿cómo te pueden dar el titulo de profesor de español en el instituto Cervantes?
ResponderEliminarBueno, no sé si los del Cervantes organizan cursos intensivos, pero si que hacen seminarios cortos sobre algún tema específico. Para sacarse el título, me suena que la International House organiza cursos en Barcelona, Madrid y otras ciudades, pero valen una pasta.
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