miércoles, 26 de febrero de 2014

Singapur, inquietante perfección

Tráfico ordenado con conductores que no tocan el claxon y que incluso se paran en los pasos de peatones, gente que no se salta las colas ni intenta entrar al autobús a empujones, parques y aceras limpios... sí, aunque pareciera increíble, seguía estando en Asía. Había llegado a Singapur, ciudad-estado que en 50 años de independencia ha llegado a ser uno de los países más prósperos del mundo. El éxito de esta isla, sin apenas recursos energéticos ni suelo cultivable, tiene mucho más mérito si tenemos en cuenta la amalgama de etnias (destacando la china con un 70% de la población) que residen en ella sin ningún conflicto aparente. Es precisamente este ambiente multicultural uno de los principales atractivos de este modelo de nación, albergando templos de todo tipo y una variada gama de restaurantes para todos los gustos.

El Merlion (mezcla de mermeid, "sirena", y león), símbolo de Singapur


Templo hindú en Chinatown





Quizás uno de los factores que más incidan en esta estabilidad y armonía sean sus férreas normas cívicas, con fuertes sanciones para aquellos que se salten las leyes, pudiendo llegar a la pena de muerte en los casos más extremos. Por poner un ejemplo, comer chicle o comercializar con el mismo equivale a una multa que puede llegar hasta los 1000 euros. Ni que decir tiene que comer o beber en un transporte público, arrojar desperdicios al suelo o escupir en la vía pública, también está penalizado. Es mejor estar al tanto de todo esto antes de venir aquí y tomárselo en serio, ya que cientos de cámaras de seguridad dispersas por toda la ciudad controlan a cada segundo a los viandantes. ¿Recordáis “El Show de Truman”? Pues más o menos igual, pero sin Jim Carrey haciendo cucamonas.

Cartel en el metro

El orden y la organización del transporte público singapurense permite que sea posible ver de manera rápida sus principales atractivos, que tampoco me parecieron tantos. A nivel de centros comerciales y restaurantes, todos los que quieras, pero en el apartado de monumentos y lugares de interés histórico y cultural, la verdad es que no hay ninguna zona especialmente destacable. Lo mejor, aparte de la limpieza, es esa sensación de estar a la vez en diferentes países, algo que ya percibí en Kuala Lumpur. Pero por lo demás, demasiado cemento para mi gusto.


Estatua de Sir Thomas Raffles, fundador de la colonia inglesa




























































No duré mucho tiempo en Singapur. La idea de visitarlo vino más bien porque hasta aquí voló mi amigo Giacomo desde China, y decidimos aprovechar un par de días viendo la ciudad antes de volar hacia Indonesia. Nos pareció que el orden y la perfección rozaba lo insano y echamos de menos algo de “alma” en la ciudad...no sé, niños jugando al balón en la calle, corrillos de gente charlando en los parques, músicos callejeros, etc. Elementos del paisaje urbano que definen una identidad. Además, todo está bastante caro teniendo en cuenta los estándares asiáticos, así que lo mejor era salir de allí cuanto antes y empezar el viaje de verdad en Sumatra, del que empezaré a hablar en las próximas entradas.







Los ciudadanos deberían ser vistos pero no oídos.”
Proverbio singapurense

1 comentario:

  1. lo de durians es porque es una fruta con olor repugnante . Pero me hizo gracia ver el cartel jeje.

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