A lo largo de su
dilatada historia, la civilización china ha tenido diversas capitales aparte de
la actual Beijing. Una de las más prósperas en su momento fue Kaifeng, muy
cerca del rio Amarillo. La otrora esplendorosa ciudad llegó a ser sede de
gobierno durante siete dinastías diferentes, alcanzando su máximo apogeo
político y comercial en el periodo Song (desde 960 hasta 1279). A finales de
aquella época fue cuando Marco Polo llegó a visitarla, en su primer viaje,
cuando la capital ya había sido tomada por Kublai Khan, el emperador mongol.
Hoy día, Kaifeng aún conserva algunos vestigios de sus siglos dorados y sigue
siendo uno de los lugares más visitados por los viajeros que llegan a China.
Templo de Daxiangguo |
De los dos días
que pasé en Kaifeng, el primero me lo pasé probando delicias culinarias
locales, La profesora que conocí en Lushan me aconsejó acercarme a un lugar
llamado Xiao Song Cheng (小宋城), un
bonito centro gastronómico que incluye diversos restaurantes, teterías y pequeños
puestecillos de comida, ambientado al estilo de la dinastía Song. El precio de
los platos es más caros que el que uno puede encontrar en un mercado normal,
pero el surtido es más amplio y especializado, y la calidad está garantizada.
Entre las tapillas que probé se encontraba un emparedado de carne de perro, lo
que suponía la primera vez que degustaba este animal. ¿A qué sabe el perro?
Bien, me pareció una carne poco jugosa, difícil de masticar, con un sabor que
no llegué a apreciar bien por la cantidad de especias que llevaba. No estuvo
mal, aunque le hubiese faltado algo más de salsa.
Por la noche me decanté por el mercado
nocturno de la Torre del Tambor (Gu Lou, 鼓楼), un lugar lleno de ambiente donde poder
hincharse a un precio módico. El mejor sitio para dejarse caer en una noche de
verano china.
Interior de Xiao Song Cheng |
El segundo día sí
que fue más intenso y me pateé la ciudad en plena canícula, parando
estratégicamente para refrescarme. Empecé por la Pagoda de Hierro que, según
dicen es la más famosa de toda China. Tiene 13 pisos y, en realidad, no está
construido con hierro sino con ladrillos cuyo color recuerda a este material.
Es posible acceder al interior, aunque no es nada recomendable para
claustrofóbicos.
Otro lugar de
interés a nivel histórico es el antiguo asentamiento de la sinagoga de Kaifeng.
Hace 1000 años una pequeña comunidad judía llegada del norte de la India se
estableció aquí, continuando con sus tradiciones y creencias hasta que la
sinagoga fue destruida en el siglo XIX, momento en el que sus miembros se
dispersaron. Actualmente, un grupo de descendientes de antepasados judíos
mantiene reuniones periódicas con el objetivo de preservar su identidad
cultural.
Para acabar la
jornada me dirigí a una pequeña replica amurallada de lo que en su día fue la antigua
ciudad en la dinastia Song. Situado al norte del lago Bao Gong, el complejo
incluye pagodas, templos y edificios gubernamentales que rememoran la
arquitectura de la época. Cada hora tiene lugar una pequeña exhibición de
acróbatas y bailarines en una de las plazas. Más abajo os dejo el vídeo por si
queréis echarle un vistazo.
Me marché satisfecho
de Kaifeng y feliz por el balance final del viaje. Aún me quedaban 12 horas de
tren nocturno por delante hasta Shaoxing, esta vez en asiento duro y sabiendo que no iba a
poder pegar ojo. Pese a todo me sentía bien y con ganas de más, algo que no me
ocurría viajando en China desde hace tiempo. Ni las aglomeraciones, ni la gente
señalándome y diciéndome “hello” por la calle, ni los escupitajos (al suelo, no
a mí…)… nada parecía agobiarme lo más mínimo, era como si finalmente me hubiera
mimetizado en este particular ambiente. ¿Es esto a lo que llamamos
“adaptación”, quizás?
“Haz
que el pasado sirva al presente.”
Algo de léxico
Marco Polo: 马可·波罗 [
mercado nocturno: 夜市 [
hierro: 铁
[
judío: 犹太人
[
ESTIMADOS HERMANOS:
ResponderEliminarSolicito consagrarme divinamente como el primer inmortal del Dios de la larga vida del Taoísmo chino en calidad de todas las artes marciales que tengo convertidas paranormalmente.
Atentamente:
Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
Documento de identificacion personal:
1999-01058-0101 Guatemala,
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ORDEN: A-1, REGISTRO: 825,466,
Ciudadano de Guatemala de la América Central.
ESTIMADOS HERMANOS:
ResponderEliminarSolicito desprender a mi barro pernicioso de mi cuello.
Atentamente:
Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
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ORDEN: A-1, REGISTRO: 825,466,
Ciudadano de Guatemala de la América Central.
ESTIMADOS HERMANOS:
ResponderEliminarSolicito reencarnar como los siguientes Dioses cuando los vórtices virtuales me expiren humanamente: Dios sintoísta Izanagui, Dios taoísta de la larga vida de los 8 inmortales y Dios confucianista Pangú.
Atentamente:
Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
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ESTIMADOS HERMANOS:
ResponderEliminarLes prevengo de eventuales impostores del blog.
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Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
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ResponderEliminarSolicito reencarnar como los siguientes Dioses cuando los vórtices virtuales me expiren humanamente: Dios Buda blanco, Dios Buda azul, Dios Buda rojo, Dios Buda tibetano y Dios Buda indonesio.
Atentamente:
Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
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ESTIMADOS HERMANOS:
ResponderEliminarSolicito en mi mente y en mi memoria a mi Omnipresencia y a mi Omnisciencia como tambien a mi Omnipotencia y a mi Omnisapiencia que incluye a mi Omnibenevolencia.
Atentamente:
Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
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Marco Polo.
ResponderEliminarEstaba preso, en Génova, cuando dictó su libro de viajes. Sus compañeros de cárcel le creían todo. Cuando escuchaban las aventuras de Marco Polo, veintisiete años de viajes por los caminos de Oriente, todos los presos se escapaban y viajaban con él.
Tres años después, el prisionero veneciano publicó su libro. Publicó es un decir, porque la imprenta no existía en Europa. Circularon algunas copias, hechas a mano. Los pocos lectores que Marco Polo encontró no le creyeron ni una palabra.
Alucinaba el mercader: ¿así que las copas de vino se alzaban en el aire sin que nadie las tocara, y llegaban a los labios del gran Kan? ¿Así que había mercados donde un melón de Afganistán era el precio de una mujer? Los más piadosos dijeron que no estaba bien de la cabeza.
En el mar Caspio, camino del monte Ararat, este delirante había visto aceites que ardían, y había visto rocas que ardían en las montañas de China. Sonaba por lo menos ridículo eso de que los chinos tenían dinero de papel, billetes sellados por el emperador mongol, y barcos donde navegaban más de mil personas. Sólo carcajadas merecían el unicornio de Sumatra y las arenas cantoras del desierto de Gobi, y eran simplemente inverosímiles esas telas que se burlaban del fuego en los poblados que Marco Polo había encontrado más allá de Taklinakán.
Siglos después, se supo:
los aceites que ardían eran petróleo;
las piedras que ardían, carbón; los chinos usaban papel moneda desde hacía quinientos años y sus buques,
diez veces más grandes que los buques europeos, tenían huertas que daban verduras frescas a los marineros y les evitaban el escorbuto; el unicornio era el rinoceronte;
el viento hacía sonar las cumbres de los médanos en el desierto; y eran de amianto las telas resistentes al fuego.
En tiempos de Marco Polo, Europa no conocía el petróleo, ni el carbón, ni el papel moneda, ni los grandes buques, ni el rinoceronte, ni las altas dunas, ni el amianto.
Solicito reencarnar como el Asana del Dios Buda Siddhartha a mi resucitado padre Jorge Santos alias Jorge Medina Santos.
ResponderEliminarAtentamente:
Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
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ORDEN: A-1, REGISTRO: 825,466,
Ciudadano de Guatemala de la América Central.
Solicito reencarnar como el Asana maya Dios pleydiano extraterrestre superior a la Santa muerte pleydiana extraterrestre del Dios Buda Siddhartha.
ResponderEliminarAtentamente:
Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
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