miércoles, 6 de octubre de 2010

Si Confucio levantara la cabeza...



Finalmente, y a pesar de la relativa falta de planificación y el previsible barullo de desplazamientos, pude disfrutar de un buen e interesante viaje durante esta última semana de vacaciones con motivo del día nacional chino, el 1 de octubre. Han sido seis días de trasiego constante, búsqueda de transporte y alojamiento sobre la marcha, con esa inquietante pero excitante sensación de no saber donde y como acabarás el día siguiente… puro mochileo. Algo que puede resultar agotador y extenuante si le sumamos las barreras comunicativas, pero en el fondo es gratificante cuando se echa la vista atrás y se repasa lo recorrido. Esta vez he ido acompañado de Alfonso, un español que está aquí estudiando chino, con muchas ganas de descubrir este fascinante país.

El destino escogido fue la provincia de Shandong, al noreste de China, una de las más populares al menos entre los turistas chinos, como pudimos comprobar estos días. El punto de partida para empezar a explorar fue Qufu, una pequeña ciudad famosa por ser el lugar donde nació y fue enterrado el filósofo Confucio (551-479 a.C.), creador del confucionismo. El lugar no está mal, pero el hecho de que estuviera repleto de visitantes y la cantidad de vendedores de souvenirs que hacen dinero a costa del sabio, le quitan mucho encanto.




Torre del tambor, en el centro del casco histórico

El monumento principal, y también el más atestado de turistas, es el templo de Confucio, un complejo que alberga varios edificios, algunos convertidos en tiendas de recuerdos. Destaca la sala de Dacheng, enfrente de la cual, los seguidores del maestro queman varas de incienso al tiempo que emiten sus plegarias. Rituales místicos aparte, el confucionismo, más que una religión, debe considerarse como un código de conducta basado en el respeto a la autoridad y los mayores, el amor al prójimo y otras virtudes, aplicado a la vida en sociedad y familiar. Tras la llegada al poder de los comunistas en 1949, las ideas de Confucio fueron desechadas por su conexión al pasado, pero siguen influyendo todavía en gran medida en el pensamiento y la cultura china actual.







A pesar de proceder de una familia noble, Confucio vivió con mucha humildad, sin lujos ni riquezas. No se puede decir lo mismo de sus descendientes, la estirpe de los Kong, que durante siglos ostentaron un gran poder, acumularon enormes cantidades de bienes y habitaron en fastuosas residencias. Para hacerse una idea, se pueden visitar las mansiones que hay junto al templo. Consiste en una serie de salas (la gran mayoría cerradas al público) y callejuelas, que finalizan en un bonito jardín. En algunas de las salas se exhiben objetos y efectos personales de la familia Kong.







Fuera de las murallas de Qufu se encuentra el bosque de Confucio (Kong Lin), lugar donde se encuentra sepultado el filósofo y sus descendientes. Se trata del parque artificial más grande de China, lleno de pinos, cipreses y cientos de tumbas diseminadas a lo largo de 200 hectáreas. Todo el posible encanto y la magia que podía desprender este sitio, se rompió por las oleadas de turistas chinos que no paraban de llegar, algunos como parte de grupos organizados, megáfonos y banderitas para no perderse incluidos. Todo ello hizo que duráramos más bien poco por aquí.


Tumba de Confucio



Más agobiados que satisfechos, salimos de Qufu en busca de un nuevo destino, algo menos concurrido y más rural. Lo que se suponía que iba a ser un remanso de paz, resulto parecerse más a una feria, vaya jaleo. Desde luego, hay que ver lo que viajan los chinos en estas fechas. Es algo que ya suponíamos y de lo cual nos advirtieron, pero no nos quedaba otra opción que aguantarnos ya que no volveremos a tener unas vacaciones tan largas como estas hasta mitad de enero por lo menos.

"Saber que se sabe lo que se sabe y que no se sabe lo que no se sabe; he aquí el verdadero saber".

Confucio

2 comentarios:

  1. Que envidia me das Paco. Lo que no entiendo es como te puedes comunicar allí con la gente (a parte de gestos).

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  2. Bueno, voy tirando de un mini-diccionario de frases útiles, y una libreta donde hacer garabatos. A veces hay hasta gente que habla algo de inglés, pero ocurre muy de higos a brevas.

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