Todavía con el sabor de la sal en la boca y cada vez más tostados, llegamos por la mañana temprano a Hoi An, un precioso pueblo en el centro de Vietnam, no muy lejos de la costa, situado a orillas del río Thu Bon. Es uno de esos lugares que uno no puede perderse al visitar Vietnam. Su casco viejo está muy bien conservado (es patrimonio mundial de la UNESCO) y en las calles se respira una atmósfera genial, llena de vida y colorido, con aroma tradicional. Ávidos de estas sensaciones, nos fuimos directamente al mercado central, un revoltillo de puestos y señoras con gorros cónicos y cascos, donde se puede disfrutar de estampas cotidianas como las de abajo:
Durante los siglos XVI y XVII, Hoi An fue uno de los principales puertos fluviales de Vietnam, atrayendo comerciantes de diversas partes del mundo. Este contacto favoreció no solo el intercambio comercial sino también cultural y artístico, algo que se manifiesta en gran parte de los edificios y templos de la ciudad. Destaca sobre todo la influencia china y japonesa, cuya principal manifestación arquitectónica es el puente cubierto, principal monumento de la localidad.
Al caer la tarde, mientras disfrutamos de unos deliciosos rollitos de primavera (la especialidad local), se nos acercó un señor que respondía al nombre de Trung. El hombre nos propuso acompañarlo a su aldea y enseñarnos lo que se cocía allá, por un módico precio el cual también incluía un almuerzo con su familia. No nos pareció mala forma de echar la mañana siguiente, así que aceptamos y allí nos plantamos, dispuestos a conocer de cerca el Vietnam profundo. La verdad es que no estaba tan apartado de la civilización como esperábamos, pero disfrutamos bastante de la experiencia, en especial la visita relámpago a la escuela del pueblo y el momento surrealista pescando en un río sin peces. Te lo curraste, Trung.
Foto de familia
Después de esto, Job tuvo que volver a Saigón, así que, tras una emotiva despedida (nos vemos en Junio, campeón), continué solo el camino hacia Hanoi. Mi siguiente destino era Hue, otro alto obligado. Esta ciudad fue la antigua capital del imperio de los Nguyen, que gobernó hasta finales de la segunda guerra mundial, y aún conserva un importante patrimonio de esta época. La principal atracción es la Ciudadela, un amplio complejo que acoge varios templos, museos y otros pabellones en su interior.
Aparte, merece la pena visitar la pagoda Thien Mu, que se alza en un espectacular escenario, a la orilla del rio del Perfume. Una curiosidad, ¿recordáis aquella famosa foto del monje budista que se auto inmoló en 1963, para protestar contra las medidas represoras del gobierno de entonces? Al fondo de la susodicha foto, aparece un coche azul que aún se guarda en esta pagoda.
A 90 kilómetros al oeste de Hue, existe un área conocida como DMZ (siglas de “Demilitarised Zone”, la zona desmilitarizada), justo en el límite establecido, tras la guerra contra los franceses, entre el Vietnam del sur y el del norte. Aquí se pueden visitar algunos vestigios de la guerra de Vietnam, como los túneles de Vinh Moc, no aptos para claustrofóbicos. La mejor (por no decir la única) forma de explorar este territorio es mediante un tour organizado, algo que nunca había hecho hasta ese momento. No es el tipo de cosa que más me entusiasma, pero al menos se conoce gente con la que intercambiar impresiones y recomendaciones.
Durante el viaje en tren hacia Hanoi, la etapa final, me puse a cavilar acerca de los pros y contras de viajar solo. Desde que se fue Job, los días se me hacían cada vez más largos y empezaba a cansarme más rápido. No es que no estuviera disfrutando del viaje, al contrario, pero echaba de menos a alguien, no sé, alguien para compartir emociones, reírse, maldecir al timador de turno, tomar una cerveza tras un largo y agotador día (vaya, y ahora me viene a la cabeza aquella canción de los Depeche Mode… "Somebody"..). La conclusión es que en el próximo viaje que haga me las apañaré para irme con alguien que conozca bien, al menos con la confianza suficiente para darme una colleja cuando me ponga melancólico como ahora.
"Al comerte una fruta piensa en aquel que plantó el árbol"
Que bien ilustran la relidad del pasado y el presente tus comentarios y fotografías. En especial me cautivó la del túnel. Que gusto conocer a tu buen amigo Job. Siempre vas a ganar amigos donde estés.Agradezco las pinceladas de historia y las emociones que nos compartes!!!
ResponderEliminarGracias por las frases al final!
Gracias a ti por tus comentarios, Haylen, valen millones. Lo del túnel fue lo mejor de la excursión, aunque agobia. Es escalofriante el imaginar como cientos de personas habitaban en estas galerías durante la guerra, e incluso daban a luz.
ResponderEliminarMe gusta tu blog! Me voy con una amiga a visitar el país este verano... ¿Algún consejo? ¿Julio o agosto?
ResponderEliminarLa verdad es que no estaré aquí ninguno de esos dos meses, supongo que será lo mismo, hará el mismo calor. Mi consejo es que le dediquéis tiempo, que este país tiene mucho más que ofrecer que Beijing o Xian. A mi me encantaría visitar Xinjiang y el Tibet, pero lo tendré que dejar para otra ocasión.
ResponderEliminarA mi tampoco me gusta viajar con un tour turistico pero tienes mucha razón que se hace aburrido viajar solo. Me parece, como bien lo señalaste, que lo mejor es viajar con gente amiga y recorrer libremente sin que ningún guía te diga por dónde ir.
ResponderEliminarTOMA, COLLEJON. Por ponerte TIERNO =)
ResponderEliminarTe lo digo con la mano en el corazon: GRACIAS por permitirme conocer MEJOR "el pais donde vivo". He aprendido mas leyendo tu blog que en un anyo viviendo en Sai Gon ^_^
PD: eso si. A regatear a los "monos" no me ganas.
Asi me gusta, que te culturices un poco :)
ResponderEliminarLo dicho, que nos vemos en un mes!
muy bueno; ando buscando datos de vietnam, pues allí queremos ir. Muchas gracias.
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