Con la
congoja aún encima después de nuestro accidentado último trayecto,
llegamos a la localidad de Parapat, punto desde el que salen los
barcos hacia la isla de Samosir, en el centro del lago Toba. Este
maravilloso lugar está ubicado en el cráter de un volcán extinto y
es uno de los sitios de obligado paso para los que viajan por
Sumatra. La magia y la paz de este paraíso en la tierra se empieza a
sentir desde el primer momento en el que uno sube al ferry. Antes de
salir, es preferible tener ya en mente el lugar donde alojarse y
decírselo al piloto. En nuestro caso, fuimos a tientas y nos bajamos
en el último hotel, que no tenía mala pinta. La habitaciones daban
directamente al lago, todo un lujazo a un precio asequible. Por
desgracia, solo pudimos quedarnos dos noches allí. Y es que durante los
días siguientes ya estaban todas las habitaciones reservadas.
Resulta que nuestra llegada coincidió con la celebración del Año
Nuevo chino, y durante estas fechas todo se llena de turistas chinos,
que abarrotan los hoteles. Precisamente nos fuimos a topar con todo
de lo que íbamos escapando, mira por donde.
Uno de los hoteles a la orilla del lago |
Piscina de nuestro hotel |
Dejando
aparte el engorro de tener que buscar otro lugar (que al final resultó ser mejor opción) para pasar el resto
de días, todo lo demás allí nos cautivaba. Además de darnos
chapuzones en las frescas aguas del lago, pasamos estas jornadas
explorando la isla a pie. Desde TukTuk, aldea en la que nos
instalamos, hasta Tomok hay un precioso sendero de unos 5 kilómetros
bordeando la orilla del lago. Una vez allí es posible encontrar todo
tipo de souvenirs y visitar la tumba de un antiguo rey de los Batak,
la etnia local.
Antes
de convertirse al cristianismo, tras la llegada de los primeros
europeos a la isla, los Batak profesaban religiones animistas y
practicaban el canibalismo. Cuando tenían que decidir asuntos
importantes, como a quien comerse por ejemplo, los líderes de la
tribu se reunían en las sillas de piedra que aún se conservan cerca
de la aldea de Ambarita, otro de los lugares a los que se puede ir
desde Tuk Tuk. En el camino, os recomiendo parar a comer en Joe's
Restaurant. En general, en el lago Toba se come de escándalo,
pero este local se sale del parchis. No os podéis
ir sin probar sus tacos. Además, los
dueños son simpatiquísimos, y te hacen sentir como en casa, no os
defraudarán.
Taco de pollo y verduras |
Nos
costó mucho volver a preparar la mochila y salir de la isla. Aquel
era el lugar ideal para relajarse, sin prisas ni planes, simplemente
estar ahí, vivir el momento sin preocuparse de nada más. Solamente
el hecho de amanecer y ver el azul del lago juntándose con el cielo,
nos hacía felices.
Si el lago Toba era el cielo, nuestro autobús
hasta nuestro siguiente destino iba a ser un verdadero infierno. 17
horas de recorrido atravesando la Trans-Sumatra Highway, que resultó
ser una carreterilla convencional, llena de curvas y algunos tramos
sin asfaltar. Para colmo, nuestros asientos eran supletorios y era
imposible que se quedaran fijos en el suelo. La cercanía al baño
del autobús, cuya puerta no cerraba bien, y los efluvios que salían
del mismo, contribuyeron también a hacer de este siguiente viaje algo
realmente inolvidable. Más en la siguiente entrada.
“No
importa lo bien que una ardilla puede saltar, alguna vez que otra se
caerá.”
Proverbio
indonesio
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