Los campeones celebrando el triunfo
El korfbal se puede jugar tanto al aire libre como en pista cubierta. Se juega en dos tiempos, cada uno de 30 minutos, y cada equipo puede pedir hasta dos tiempos muertos. El objetivo del juego es intentar encestar un balón (que me recuerda a una pelota de fútbol con síntomas de estar pinchada) en una especie de canasta suspendida de un palo a 3 metros y medio del suelo. El campo se divide en dos zonas, de ataque y de defensa. En cada zona solo puede haber al mismo tiempo cuatro jugadores de cada equipo (dos hombres y dos mujeres). Mientras la mitad del equipo ataca, la otra espera en la zona de defensa. Cada canasta se cuenta como un punto, y cada dos, la parte del equipo que ataca, pasa a defender, y viceversa. El equipo que defiende debe bloquear el tiro del que ataca, con la condición de que el defensor que interfiere al atacante debe ser del mismo género que este último. No se puede tocar el balón con el pie, ni caminar en posesión del balón o botándolo (como ocurre con el baloncesto), lo que favorece el juego de equipo. Tampoco se permite el contacto físico, algo que limita la agresividad que se ve a veces en otros deportes.
Momento de la final entre Holanda y Bélgica
Entre los equipos participantes en esta edición, cabe destacar la presencia de la selección catalana, la cual consiguió un honroso cuarto puesto, la mejor posición de su historia. Es de hecho en Cataluña donde este deporte ha tenido más aceptación en nuestro país (¡uy, lo que he dicho!), y el número de clubes y federados aumenta cada vez más, lo que le ha valido ser reconocida internacionalmente de manera oficial. También fue curioso ver en acción al combinado de Taiwán (o China Taipei) jugar en suelo continental. La afición china animaba por igual tanto a China como al país isleño, un territorio que los locales consideran como propio, y por tanto tan chino como Beijing, Suzhou o Hong Kong que, por cierto, también participó con su propia selección.
Instante del Cataluña-China
Tercer y cuarto puesto entre Cataluña y Taiwán
La experiencia después de tres partidos, final incluida, no me ha decepcionado. Me resultó entretenido y las normas no me parecen muy complejas. Además, me alegro que se promuevan este tipo de deportes que fomentan la igualdad de género. Por otra parte, Shaoxing se ha llenado de colorido durante una semana y pico, con una importante presencia de extranjeros por las calles, lo que ha servido para romper por unos días la habitual monotonía de una ciudad no muy acostumbrada a este tipo de eventos internacionales.
“Vence al enemigo sin manchar la espada.”
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