domingo, 13 de noviembre de 2011

Pequeños emperadores

Durante la cena que un amigo catalán organizó anoche en su casa, se anunció una feliz noticia que nos pilló a todos por sorpresa. Resulta que él y su novia china van a ser padres. Aparte de las felicitaciones varías, durante la velada salieron a colación diversos interrogantes, entre ellos el relacionado con la cantidad de hijos que pueden tener. En teoría, podrían concebir todos los que quisieran, pero tan solo uno poseería la nacionalidad china, debido a la política del hijo único, que desde 1979 controla la natalidad en China, acarreando espantosas consecuencias en su pirámide demográfica, amen de las consideraciones éticas y humanitarias.



La rigurosa medida de permitir a las parejas tener solo un hijo (o hija) surgió como solución drástica para reducir el crecimiento de la población. Las parejas que incumplan la ley deben pagar al Estado una multa, en muchas ocasiones abusiva y que, en algunos casos, puede obligar a los padres a tener que abortar o abandonar a sus retoños. En principio, la medida se aplica de manera tajante solo en zonas urbanas, mientras que en las rurales se permite la concepción de un segundo vástago, si el primero nace niña o con malformaciones. En el caso de los miembros de minorías étnicas, estos pueden tener tantos hijos como quieran. También, si ambos progenitores son hijos únicos, se les permite tener hasta dos descendientes sin ningún tipo de penalización.



Es cierto que, de no haberse aplicado este severo control, China tendría en este momento alrededor de 2000 millones de habitantes (a diferencia de los 1300 que tiene actualmente), que el Gobierno sería incapaz de mantener. Sin embargo, esta política ha atrofiado terriblemente el balance demográfico. La pirámide de población está tomando una forma invertida, es decir, en un futuro habrá muchas más personas mayores de 60 años que jóvenes, los cuales no serán capaces de satisfacer las necesidades de los primeros, y las infraestructuras dirigidas a este sector de población se verán desbordadas. Por otra parte, también se está empezando a notar un desequilibrio a nivel de géneros. En estos momentos, la proporción es de 118 hombres por cada 100 mujeres, y la diferencia sigue en aumento. Se calcula que en 10 años, al menos 10 millones de varones no podrán encontrar esposa por la escasez de mujeres, lo que puede derivar en una enorme inestabilidad social.


Siempre les quedaría meterse a monje shaolin

Aparte de las consecuencias demográficas, la política de un solo hijo ha fomentado el fenómeno social conocido como generación de “pequeños emperadores”. Se llama así a los hijos únicos, los cuales reciben toda la atención y mimos, no solo por parte de sus padres, sino también de sus abuelos paternos y maternos. Esto propicia que las nuevas generaciones se comporten de modo individualista y egocéntrica, con dificultades para compartir y socializar con otros. Al estar acostumbrados a que los padres les consientan todo y conseguir todo lo que quieran sin esfuerzo, el rendimiento escolar se ve afectado al igual que su comportamiento en clase. Con un panorama tan descorazonador, los sociólogos ya se echan las manos a la cabeza, cuestionando como será el futuro de la sociedad china con elementos de este talante comandando el país. Esto también se relaciona con la imperante crisis de valores, comentada no hace mucho por aquí.



Otra de las preguntas típicas que se suelen hacer a los futuros padres, es la de si el bebé va a ser niño o niña. Esto lo sabrán una vez que viajen a España dentro de poco, ya que en China están prohibidas las ecografías para conocer el sexo del hijo. La razón no es otra que evitar los abortos selectivos. Al igual que ocurre en otros países como la India, las parejas chinas suelen preferir que su único hijo sea varón. Esto es así porque se asocia con la prosperidad y el futuro mantenimiento de los padres cuando sean ancianos. Se piensa que si el hijo consigue dinero, éste irá destinado a sus padres, pero si es la hija la que gana los cuartos, estos serán gestionados posiblemente por la familia de su futuro marido.

Entre brindis y brindis también se planteó la cuestión de que ocurre si nacen gemelos o trillizos. En este caso, hasta donde tengo entendido, contaría como un solo nacimiento y los padres no tienen que pagar multa ninguna, disfrutando los hijos de los mismos derechos y privilegios.



La cena no nos pudo dejar mejor sabor de boca. Sea niño o niña, espero que los padres pasen el embarazo de la mejor manera posible y el futuro retoño nazca sano y sin complicaciones en el parto (y si puede ser, que asome la cabecilla el 11 de mayo, y así gano la porra de paso...).



“Solo hay un niño bonito en el mundo y cada madre lo tiene.”




Dedicado a los futuros padres, en China, España, Zanzibar y donde sea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario